Una intención estética con la Palabra

Blog creado por Alberto Peyrano
© 2010, Buenos Aires (Argentina)


miércoles, 30 de junio de 2010

Lidia Cristina Carrizo (Argentina)


ROCA FRÍA


Todo se pulsa y multiplica
cuando alguien se va o regresa,
antes de dejar de ser lo que era
y no digan que es el amor!... cuando
éste cierra su puerta de cristal.
Todo allí, se obnuvila, deja de ser posible.

Hay desamparo, angustia y sed.
Transitan en el clima del desenfreno,
de las miradas trémulas y se esconden,
en el umbral del gozo extraño como dragando.

Solo, en el vértigo aglutinado, íntimo,
desemboca lo que determina el orden fijado
y la noche más plena se clava en la roca fría.

No hay piedad, todo vuelve a ser pájaro en sombra,
donde se vislumbra y desdobla la farsa impiadosa,
como una ecuación inevitable y silenciosa
más allá de todo lo que es y está jugado.

© Lidia Cristina Carrizo
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martes, 29 de junio de 2010

Giacomo Leopardi (Italia)



CANTO XLI - DEL GRIEGO DE SIMONEDES

Que humana cosa dura poco tiempo
es máxima muy cierta,
dice el viejo de Quíos,
que la misma natura
tiene el hombre y las hojas.
Mas esta voz muy pocos
oyen. A la esperanza inquieta, hija
de juveniles pechos,
todos le dan asilo.
Mientras rojas las flores
de nuestra edad acerba
son, el alma orgullosa
cien dulces pensamientos nutre en vano,
ni muerte espera, ni vejez; ninguna
dolencia al hombre sano preocupa.
Mas tonto es quien no mira
cuán presto juventud emprende el vuelo.
Y cómo de la cuna
cercano está el sepulcro.
Tú, que el pie pondrás pronto
en el fatal camino
de la sede plutónica,
a los goces presentes
tu breve edad confía.

© Giacomo Leopardi (1798-1837)
Versión en castellano: © Diego Navarro
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Nerina Thomas (Argentina)


OTRA NOCHE

Como existen siempre.
y muchas tantas, han pasado.
Todo cambia, hasta la condición humana
una guerra vista, en modo de imágen.

El orden mundial, va a cambiar
un muestreo escandaloso
Bag Dag y las mil y una noches
las letras de Borges...
Un cuento dentro de otro cuento.

Nadie colaboró en construir,
un hombre con dominio.
Mientras leo, me extravío
porque de nada vale. el encabezamiento
del saber por leer
y no puedo dejar de pensar,
en las casas de adobe de Irak, Bag Dag
allí, donde acota el infierno.

Al hombre nadie le pidió permiso
ni a sus hijos ni a ningún niño.
Las cosas son así.
El hombre está sólo y espera.
Un cuento, dentro de otro cuento.

Algunos filósofos, dicen que es justificable
y la guerra es una forma del derroche.
Hoy, en ésto, el amor es algo inútil,
se malgastan vidas
que no son útiles, para los que hacen la guerra.

Qué es lo humano?
Qué es el hombre?
Un cuento dentro de otro cuento.
El desierto avanza, dijo Nietzche
tantos cuentos!! tantos versos!!!

© Nerina Thomas
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lunes, 28 de junio de 2010

Leonor Rodríguez Rodríguez (España)


PUERTA ABIERTA

Si alguna vez me buscas
me encontrarás en crepúsculos de tardes,
no me hallarás entre espinas
ni fogatas de pesares.

Mi corazón no se detiene
en amargos pantanales,
le da vida a las estrellas
al azul de los mares;

vuela como paloma
en campos y bellos valles,
se recrea en las flores
en los cantos de las aves.

¡ Qué brille la claridad!,
¡qué entre el sol a raudales!
que mi mente no acoja
la cizaña de los males.

La puerta dejo abierta
al amor y la verdad
y mi alma de poeta
clame por la paz.

© Leonor Rodríguez Rodríguez
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Gabriel Celaya (España)


POESÍA, SOCIEDAD ANÓNIMA

Como yo no soy yo, represento a cualquiera
y le presto mi voz a quien aún no la tenga;
o repito otras voces que siento como mías
aunque, hasta sin querer, siempre de otra manera.
Parezco personal, mas digo lo sabido
por otros hace siglos. O quizás, ayer mismo.
Ojalá me repitan sin recordar quien fui
como ahora yo repito a un anónimo amigo.
¡Oh futuro perfecto! No hay otra permanencia
que la de ser un eco corregido por otros
que no sabrán mi nombre, ni -espero- mi aventura.
Tampoco yo sé bien quién habla en mi conciencia.
Si algún día un muchacho nos plagia sin saberlo
y en él, lo ya sabido, vuelve a ser un invento,
estaremos en él, invisibles, reales,
como otros, ahora en mí, son corazón de un ave.
Es eso, y no los versos guardados en los libros,
lo que, venciendo el tiempo, sin forma durará
en la obra colectiva y anónima, aún en ciernes,
transformando y creando conciencia impersonal.

© Gabriel Celaya (1911-1991)
de "Itinerario Poético", 1973

Mi agradecimiento al amigo y colega Ergasto, quien gentilmente me hizo llegar este digno ejemplo de desapego y conciencia impersonal que, de alguna manera, ilustra los fundamentos de la existencia de este blog.
Alberto Peyrano
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domingo, 27 de junio de 2010

Sergio Mouat (Chile)



JAMÁS OLVIDARÉ

No quisiera decir lo siempre esperado
pero se va la vida como así lo soñado
de todo aquello que nunca alcanzamos
y cuando perdemos lo que más amamos.

Jamás olvidaré que anoche vi la luz
de donde quizás no volveré,
pero distante, aún así te amaré
con todas las fuerzas de mi alma.
Con todo el ímpetu posible
de esta pasión que atesora
recuerdos que mi alma adora.

Jamás olvidaré
los Andes nevados
los montes y valles
mi ciudad y sus calles
mi pueblo y sus gentes.

Camino por corrientes
humanas vertientes
mirando tenazmente
al mundo que convergerá
a lo más deseado
sin hambre, las gentes
una vida más humana
juntando manos, hermanas.

Jamás olvidaré
mi tierra y su desliz
sé que fui feliz
la llama se extingue
mis ojos sólo distinguen
un pasado
con tantas noches en penumbras
quisiera cantar
pero sólo un eco de adiós
entre las sombras se vislumbra.

© Sergio Mouat (1949-2007)
De "A la Vida Versos de Amor y Esperanza" 2001
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sábado, 26 de junio de 2010

Valeria Dalla Torre (Argentina)

VIDA
Los días van pasando, y se encogen.
Los árboles pierden sus hojas,
y sus flores son un recuerdo.

De recuerdos estamos formados
muchos gratos, otros no tanto.
Así es la vida, y sigue,
sigue, y sigue.

Lo importante es saber vivirla.
Saber acompañar,
dejarnos acompañar.
Saber guiar,
dejarnos guiar.
Saber amar,
y seguir amando hasta que duela.


UN SIMPLE INSTANTE

Luz suave,
muy tenue,
recorre sus hoyuelos,
mostrando sus mejillas
alegres y dormidas…
Un ruidito rompe
la feliz siesta.
Ella se da
vuelta
pero
sigue
soñando
un rato
más.

© Valeria Dalla Torre
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viernes, 25 de junio de 2010

César Vallejo (Perú)



IDILIO MUERTO

Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita
de junco y capulí;
ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita
la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.

Dónde estarán sus manos que en actitud contrita
planchaban en las tardes blancuras por venir;
ahora, en esta lluvia que me quita
las ganas de vivir.

Qué será de su falda de franela; de sus
afanes; de su andar;
de su sabor a cañas de mayo del lugar.

Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,
y al fin dirá temblando: "¡Qué frío hay... Jesús!".
Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.

© César Vallejo (1892-1938)
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Ramón de Almagro (Argentina)


CIELO PORTEÑO

Quiero palmar cerca del Obelisco
donde a Corrientes la besa Diagonal
así, mi alma, en un vuelo cortito,
mi primer vuelo, irá hasta el Luna Park.

Volveré a ver mis ídolos queridos,
en las tribunas los puchos parpadear,
y hasta posible que vuelva del olvido,
la mina aquella del baile en carnaval.

Daré la vuelta, saliendo por Corrientes
seguiré el tránguay de la vía final
y en Medrano saludaré mi gente,
y a los chochamus del feca del billar.

Quiero arribar temprano a Chacarita
primera fila si es posible ocupar
para tenerlo al Morocho de cerquita,
cuando en la noche, se nos ponga a cantar.
Ese es el cielo, el cielo que yo quiero,
el de Corrientes, de Chaca al Luna Park.

© Ramón de Almagro
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jueves, 24 de junio de 2010

Ergasto (Argentina)


PUENTES

Escribe en el mismo lugar de encantos y misterios
en el mismo puente nacido de pontones de distancia
no la de los metros, la otra
el trecho entre sus dedos y una almohada.
La luz del cuarto un poco más allá, en olvido
es luciérnaga espontánea del mago que justifica el viaje.
Pone sordos cliqueos para que el árbol cumpla
su destino de ramas.
Va al nocturno que se acurruca, acomoda los rizos
y arropa los pianos
luego se sienta a disfrutar el concierto.

Camina la ternura que bosteza
perdida entre pocillos y danzas negras.
Caños rezongones aturden las escasas cuerdas
y ahi va canturreando la emoción de no tajearse
mientras se entretiene afilándole la espada
embarrada de dolores
por un rato de enojos con los panes.
Así le cura el ala herida
sabia en kilómetros de apuros.

Y camina del techo a la vereda
se despeña los zapatos por el milagro que se tarda
por la bruma que ciega el horizonte,
su porfiado consuela duplicar los tiñes.

Como un niño que ha prometido su bolita más sagrada
practica maratones de dos cuadras
presto al obsequio ruidoso
para quién se retarda
oir la escena del salmón y la cascada.

Una manera de andar sin prisa
lo apuró a escribir sobre el puente a cada extremo
y bajo el puente, más tarde dibujar el plano
donde se ha de perder
llevando bajo el brazo
el hilo del agua reflejada.

Fuera del espacio, así de simple
se camina por el borde del círculo,
juego de ronda al centro de los centros.
He ahí los sonidos que se mueven
he ahí los movimientos que se escuchan
he ahí la danza.

© Ergasto/07 ® 19-12-2007 (Alfa)
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Zulma Nicolini (Argentina)



INSTANTES

Se siente en la piel hasta el temblor del cielo,
hay una fuerza poderosa en el espacio,
el alma funde su dimensión en canto.
Sólo se piensa en el misterio oculto
de cada átomo errante que se mueve
entre el ser y el no ser que se revela
con cada aparición de lo imposible.
El ámbito del creer muestra el mensaje
que sólo algunos pueden entenderlo,
son los capaces de ver la línea mística
que une todo lo real que nos asiste
con la verdad infinita de los cielos.
Entonces se percibe
que es la forma posible en que perdura
la fe en la vida, el comprender el tiempo,
el ver un más allá que nos proyecta
hacia aquello en lo que de verdad se cree.

© Zulma Nicolini
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miércoles, 23 de junio de 2010

Leopoldo Lugones (Argentina)


SALMO PLUVIAL

Tormenta

Érase una caverna de agua sombría el cielo;
el trueno, a la distancia, rodaba su peñón;
y una remota brisa de conturbado vuelo,
se acidulaba en tenue frescura de limón.

Como caliente polen exhaló el campo seco
un relente de trébol lo que empezó a llover.
Bajo la lenta sombra, colgada en denso fleco,
se vio el cardal con vívidos azules florecer.

Una fulmínea verga rompió el aire al soslayo;
sobre la tierra atónita cruzó un pavor mortal;
y el firmamento entero se derrumbó en un rayo,
como un inmenso techo de hierro y de cristal.


Lluvia

Y un mimbreral vibrante fue el chubasco resuelto
que plantaba sus líquidas varillas al trasluz,
o en pajonales de agua se espesaba revuelto,
descerrajando al paso su pródigo arcabuz.

Saltó la alegre lluvia por taludes y cauces,
descolgó del tejado sonoro caracol;
y luego, allá a lo lejos, se desnudó en los sauces,
transparente y dorada bajo un rayo de sol.


Calma

Delicia de los árboles que abrevó el aguacero.
Delicia de los gárrulos raudales en desliz.
Cristalina delicia del trino del jilguero.
Delicia serenísima de la tarde feliz.


Plenitud

El cerro azul estaba fragante de romero,
y en los profundos campos silbaba la perdiz.

© Leopoldo Lugones (1874-1938)
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Marta Milesi (Argentina)



LA BRUMA


La bruma silente de la mañana empuja a la oxidada barcaza en su viaje a ninguna parte, se alza desesperada y abraza con sutil alegría los altos árboles, no se ve la cima de la montaña donde duermen siglos milenarios, da luces en el espeso follaje en su paso hacia la eternidad, detiene la soledad del hombre que mira, sin ver, pasar al río, y al marcharse deja a su paso el rocío que se olvido la vida.

© Marta Milesi
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martes, 22 de junio de 2010

Manuel del Cabral (República Dominicana)


LA MANO DE ONÁN SE QUEJA

Yo soy el sexo de los condenados.
No el juguete de alcoba que economiza vida.
Yo soy la amante de los que no amaron.
Yo soy la esposa de los miserables.
Soy el minuto antes del suicida.
Sola de amor, mas nunca solitaria,
limitada de piel, saco raíces...
Se me llenan de ángeles los dedos,
se me llenan de sexos no tocados.
Me parezco al silencio de los héroes.
No trabajo con carne solamente...
Va más allá de digital mi oficio.
En mi labor hay un obrero alto...
Un Quijote se ahoga entre mis dedos,
una novia también que no se tuvo.
Yo apenas soy violenta intermediaria,
porque también hay verso en mis temblores,
sonrisas que se cuajan en mi tacto,
misas que se derriten sin iglesias,
discursos fracasados que resbalan,
besos que bajan desde el cráneo a un dedo,
toda la tierra suave en un instante.
Es mi carne que huye de mi carne;
horizontes que saco de una gota,
una gota que junta
todos los ríos en mi piel, borrachos;
un goterón que trae
todas las aguas de un ciclón oculto,
todas las venas que prisión dejaron
y suben con un viento de licores
a mojarse de abismo en cada uña,
a sacarme la vida de mi muerte.

© Manuel del Cabral (1907-1999)
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lunes, 21 de junio de 2010

Julia de Burgos (Puerto Rico)


POEMA PARA MI MUERTE

Ante un anhelo

Morir conmigo misma, abandonada y sola,
en la más densa roca de una isla desierta.
En el instante, un ansia suprema de claveles,
y en el paisaje, un trágico horizonte de piedra.

Mis ojos todos llenos de sepulcros de astro,
y mi pasión, tendida, agotada, dispersa.
Mis dedos como niños, viendo perder la nube
y mi razón poblada de sábanas inmensas.

Mis pálidos afectos retornando al silencio
-¡hasta el amor, hermano derretido en mi senda! --
Mi nombre destorciéndose, amarillo en las ramas,
y mis manos, crispándose para darme a las yerbas.

Incorporarme el último, el integral minuto,
y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella.
Doblar luego la hoja de mi carne sencilla
y bajar, sin sonrisa ni testigo, a la inercia.

Que nadie me profane la muerte con sollozos,
ni me arropen por siempre con inocente tierra;
que en el libre momento me dejen libremente
disponer de la única libertad del planeta.

¡Con qué fiera alegría comenzarán mis huesos
a buscar ventanitas por la carne morena
y yo, dándome, dándome, feroz y libremente
a la intemperie y sola rompiéndome cadenas !

¿ Quién podrá detenerme con ensueños inútiles
cuando mi alma comience a cumplir su tarea,
haciendo de mis sueños un amasijo fértil
para el frágil gusano que tocará a mi puerta ?

Cada vez más pequeña mi pequeñez rendida,
cada instante más grande y más simple la entrega;
mi pecho quizás ruede a iniciar un capullo,
acaso irán mis labios a nutrir azucenas.

¿ Cómo habré de llamarme cuando sólo me quede
recordarme, en la roca de una isla desierta ?
Un clavel interpuesto entre el viento y mi sombra,
hijo mío y de la muerte, me llamará poeta.

© Julia de Burgos (1914-1953)
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viernes, 18 de junio de 2010

Odiseas Elitis (Grecia)


LA BELLA DE LAS BELLAS EN EL JARDÍN

Despertaste la gota del día
sobre el comienzo del canto de los árboles.
¡Oh, qué bella que estás
con tus alegres cabellos desplegados
y con la fuente donde viniste abierta
para que te oyera que vives y que avanzas!

¡Oh qué bella que estás,
corriendo con el plumón de la alondra
en torno a las fragancias que te soplan,
como sopla el suspiro la pluma
con un gran sol en los cabellos
y con una abeja en el resplandor de tu danza!

¡Oh qué bella que estás
con la nueva tierra que sufres
desde la raíz hasta la cima de las sombras,
entre las redes de los eucaliptos,
con la mitad del cielo en tus ojos
y con la otra en los ojos que amas!

¡Oh qué bella que eres
según despiertas el molino de los vientos
e inclinas tu nido a la izquierda
para que no vaya perdido tanto amor,
para que no se lamente ni una sombra
en la mariposa griega que encendiste!

¡Arriba con tu matinal delectación
colmada del césped del amanecer,
colmada de los pájaros oídos por primera vez!
¡Oh qué bella que estás,
tirando la gota del día
sobre el comienzo del canto de los árboles!

© Odiseas Elitis (1911-1996), de "Orientaciones"
Versión en castellano: © Ramón Irigoyen
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jueves, 17 de junio de 2010

Herty (Argentina)


C E R T E Z A

No le des
más vueltas,
a tu breve
masa pensante,
¡mañana!
es ese tiempo
que nunca
alcanzarás,
porque siempre
va adelante.


INTERROGANTE FATAL

Si el ayer
ya se fue
y el mañana
aún no es,
¡el presente!
¿cúanto dura
antes de ser
el pasado?
Y el futuro,
¿cuánto tarda,
antes de ser
este presente
que ahora tiembla
entre mis manos?

© Herty
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José Hierro (España)


VIDA

"Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

© José Hierro (1922-2002)
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miércoles, 16 de junio de 2010

Atahualpa Yupanqui (Argentina)


TIEMPO DEL HOMBRE

La partícula cósmica que navega en mi sangre
es un mundo infinito de fuerzas siderales.
Vino a mí tras un largo camino de milenios
cuando, tal vez, fui arena para los pies del aire.

Luego fui la madera. Raíz desesperada.
Hundida en el silencio de un desierto sin agua.
Después fui caracol quién sabe dónde.
Y los mares me dieron su primera palabra.

Después la forma humana desplegó sobre el mundo
la universal bandera del músculo y la lágrima.
Y creció la blasfemia sobre la vieja tierra.
Y el azafrán, y el tilo, la copla y la plegaria.

Entonces vine a América para nacer en Hombre.
Y en mí junté la pampa, la selva y la montaña.
Si un abuelo llanero galopó hasta mi cuna,
otro me dijo historias en su flauta de caña.

Yo no estudio las cosas ni pretendo entenderlas.
Las reconozco, es cierto, pues antes viví en ellas.
Converso con las hojas en medio de los montes
y me dan sus mensajes las raíces secretas.

Y así voy por el mundo, sin edad ni destino.
Al amparo de un Cosmos que camina conmigo.
Amo la luz, y el río, y el silencio, y la estrella.
Y florezco en guitarras porque fui la madera.

© Atahualpa Yupanqui (1908-1992)

Mi agradecimiento a mi amigo y colega Oscar Rumie, quien gentilmente me hizo llegar este poema.
Alberto Peyrano
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Alba Estrella Gutiérrez (Argentina)



volver una y mil veces
escribir la historia
ser hacedor de dudas
involucrar el rostro
desvetir la mentira
con traje de inventario
volver inútilmente a lo no dicho
aceptar las pérdidas
nacer multiplicar el pan el vino
crucificar lo semejante
aceptar lo diferente y único
volver una y mil veces
desovillar el abismo
de los huesos
descubrir el mar
vuelo infinito
y ser pez sin escamas

en el muro

© Alba Estrella Gutiérrez
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Alfonsina Storni (Argentina)


¡Oh, tú, que me subyugas. ¿Por qué has llegado tarde?...
¿Por qué has venido ahora cuando el alma no arde,
cuando rosas no tengo para hacerte con ellas
una alegre guirnalda salpicada de estrellas?

Oh, tú, de la palabra dulce como el murmullo
del agua de la fuente; dulce como el arrullo
de la torcaza; dulce como besos dormidos
sobre dos manos pálidas protectoras de nidos.

Oh tú, que con tus manos puedes tomar mi testa
y hacerle brotar flores como un árbol en fiesta
y hacer que entre mis labios se arquee la sonrisa
como un cielo nublado que de pronto se irisa.

¿Por qué has llegado tarde? ¿Por qué has venido ahora
cuando he sido vencida por llama destructora,
cuando he sido arrasada por el fuego divino
y voy, cegada y triste, por un negro camino?

Yo quiero, Dios de dioses, que me hagan nueva toda.
Que me tejan con lirios; me sometan a poda
las manos del misterio; que me resten maleza.
Tus labios no se hicieron para curar tristeza.

Para tus labios, agua de una pureza suma.
Para tus labios, copas de cristal y la espuma
blanquísima de un alma que no sepa de abejas,
ni de mieles, ni sepa de las flores bermejas.

Para tus manos, esas que nunca amortajaron;
para tus ojos, esos, los que nunca lloraron;
para tus sueños, sueños como cisnes de oro;
para que tus pupilas persiguieran mis rastros,

Oh si luego mis pétalos que estrujaran tus manos,
adquirieran por magia poderes sobrehumanos
y hechos luz se aferraran a la luz de los astros
para que tus pupilas persiguieran mis rastros.

Bienvenida la muerte que al sorberme me dieras;
bienvenido tu fuego que agosta primaveras;
bienvenido tu fuego que mata los rosales:
que todas las corolas se acerquen a tus males.

Oh, tú, a quien idolatro por sobre la existencia,
Oh, tú, por quien deseo renovada mi esencia.
¿Por qué has llegado ahora cuando no he de lograr
el divino suplicio de verme deshojar?...

Alfonsina Storni (1892-1938)
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viernes, 11 de junio de 2010

Raquel Piñeiro Mongiello (Argentina)


POLVAREDAS


Es fuerte esto de seguir
aceptando lo que viene
y tener polvaredas
desde la nuca a los pies;
correr con el alma
no desligada de jaurías
y caminar con pasos
de ánimo inquieto.
Es fuerte comprender
al cuerpo imantado
de cuartos crecientes
y mirar por los agujeritos de la luna
un derrame de lágrimas.
Es fuerte ver la soledad
demasiado ocupada en volverse gris;
pero también es fuerte
el incienso que roza la piel
cuando llueve
y mantiene esta bohemia escrita
desde mis conspiraciones.

© Raquel Piñeiro Mongiello
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Antonio Gala (España)


ENEMIGO ÍNTIMO

Hay tardes en que todo
huele a enebro quemado
y a tierra prometida.
Tardes en que está cerca el mar y se oye
la voz que dice: "Ven".
Pero algo nos retiene todavía
junto a los otros: el amor, el verbo
transitivo, con su pequeña garra
de lobezno o su esperanza apenas.
No ha llegado el momento. La partida
no puede improvisarse, porque sólo
al final de una savia prolongada,
de una pausada sangre,
brota la espiga desde
la simiente enterrada.

En esas largas
tardes en que se toca casi el mar
y su música, un poco
más y nos bastaría
cerrar los ojos para morir. Viene
de abajo la llamada, del lugar
donde se desmorona la apariencia
del fruto y sólo queda su dulzor.
Pero hemos de aguardar
un tiempo aún: más labios, más caricias,
el amor otra vez, la misma, porque
la vida y el amor transcurren juntos
o son quizá una sola
enfermedad mortal.

Hay tardes de domingo en que se sabe
que algo está consumándose entre el cálido
alborozo del mundo,
y en las que recostar sobre la hierba
la cabeza no es más que un tibio ensayo
de la muerte. Y está
bien todo entonces, y se ordena todo,
y una firme alegría nos inunda
de abril seguro. Vuelven
las estrellas el rostro hacia nosotros
para la despedida.
Dispone un hueco exacto
la tierra. Se percibe
el pulso azul del mar. "Esto era aquello".
Con esmero el olvido ha principiado
su menuda tarea...

Y de repente
busca una boca nuestra boca, y unas
manos oprimen nuestras manos y hay
una amorosa voz
que nos dice: "Despierta.
Estoy yo aquí. Levántate". Y vivimos.

© Antonio Gala
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jueves, 10 de junio de 2010

María Petronilho (Portugal)


JAMÁS

¡Jamás
sean permitidos
los depredadores
ocultos en las cavernas
del egoísmo
como morenas al acecho,
que atacan
vigilando la cruda
y fría naturaleza
en un juego
de disimulo!

¡Jamás
reine el culto a la máscara
sobre la desnuda transparencia!

La máscara cae y revela
la negrura, la ausencia,

la falsa luz donde la sombra
trampea a la inocencia.

© Maria Petronilho (Lisboa, Portugal)
Versión en castellano: © Alberto Peyrano (Argentina)
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miércoles, 9 de junio de 2010

Julio Cortázar (Argentina)


AFTER SUCH PLEASURES


Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río
que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados,
qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor
sabiendo que el placer es ese esclavo innoble
que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.

Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas ni
esperanza.
Solo en mi casa abierta sobre el puerto
otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable
hubiera sucedido.
Y no tener que acordarme de este olvido que sube
para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una ventana sin estrellas.

© Julio Cortázar (1914-1984)
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María del Mar Estrella (Argentina)


“UMBRAL DEL NUNCA”

Hay adioses que reptan en el umbral del nunca,
adioses que fermentan lo que el amor macera,
mensajes que exceden el deslímite
del colmado vacío.
El espejismo de lo trunco.
Adioses que reclaman nuestro nombre
perentoriamente,
esperándonos dispersos en el aire
para hacerse presencia de futuro.
Porque ay de nosotros si ignoramos
las voces del silencio
que relatan la historia de la vida.
Seremos condenados
a no entrar en la noche,
a dormir con la muerte sin honrarla.

© María del Mar Estrella
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martes, 8 de junio de 2010

Raquel Luisa Teppich (Argentina)


SINGLAR LA EXISTENCIA


Golpes intensos,
sendas entre signos de pregunta,
desposeída e inerte.

Los campos aislados.
El firmamento
sin fosforescencia.

Bordo con lágrimas
el deslucido diario,
testigo de mi tormento.

Abismada,
flotan derrotadas
mis entrañas.

Nuevos golpes,
se enciende el candil.
Despierto recelada.

Sujetaste mi cuerpo,
rogaste mi perdón.
Olvidé y resurgí.

© Raquel Luisa Teppich
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Jaime Gil de Biedma (España)



IDILIO EN EL CAFÉ

Ahora me pregunto si es que toda la vida
hemos estado aquí. Pongo, ahora mismo,
la mano ante los ojos -qué latido
de la sangre en los párpados- y el vello
inmenso se confunde, silencioso,
a la mirada. Pesan las pestañas.

No sé bien de qué hablo. ¿Quiénes son,
rostros vagos nadando como en un agua pálida,
éstos aquí sentados, con nosotros vivientes?
La tarde nos empuja a ciertos bares
o entre cansados hombres en pijama.

Ven. Salgamos fuera. La noche. Queda espacio
arriba, más arriba, mucho más que las luces
que iluminan a ráfagas tus ojos agrandados.
Queda también silencio entre nosotros,
silencio
                  y este beso igual que un largo túnel.

© Jaime Gil de Biedma (1929-1990)
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lunes, 7 de junio de 2010

Elisabet Cincotta (Argentina)



NO TENGO

No tengo la palabra.
No la tengo.
Renuncia la pluma al tintero,
aparta sollozos y no nace,
ni siquiera en el sur del pensamiento
halla el aliento necesario.

No aparece la palabra
ni ese desproteger la melodía.
No curte hendiduras,
mente huidiza.

Escapa de mí el verbo que insinúe
rasgos de memorias y olvidos,
es llanto sin lágrima que acuña
este andar desahuciada sin poesía.

© Elisabet Cincotta
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Elvio Romero (Paraguay)



POEMA-CARTA

Te escribiré mi amor, desde un sonido
de tierra apretujada,
desde un hondón, de pie, desde un frondoso
confín de llamaradas,
desde donde sus pétalos la Rosa
de los vientos deslava;
de allá te escribiré, a la luz profunda
de una estrella lejana,
desde donde me encuentres y no me encuentres
buscándome en el mapa,
te escribiré de asuntos de entereza
al punto fijo en que despunta el alba.

Desde el clamor del mar o de la tierra
te escribiré esta carta.

Desde el instante en que te supe hermosa
te escribiré esta carta.
Desde el sesgo de luz de tu sonrisa
te escribiré esta carta.

Te escribiré mi amor, desde la arena
removida en resguardo de la llama;
lejos de ti te escribiré, bañada
de sudor y esperando una batalla,
vestido de hojas y de estrellas verdes,
de monte oscuro y de llanura parda,
desde un cambio de sombra en la vigilia
te escribiré esta carta.

Desde el desvelo de los hombres bravos
te escribiré esta carta.

Te escribiré también desde la espera
y el anhelo mayor de la mirada;
lejos de ti te escribiré, tan lejos
que aproxime tu afán largas distancias,
desde el ruedo de sombras de una hoguera,
desde un sendero de cruzadas ramas,
desde un sol de acechanza y de una noche
que abriendo el puño alumbre las guitarras,
te escribiré desde el albor de un niño
de lluvia desdoblada.

¡Desde un vivac de imperativa lumbre,
te escribiré esta carta!

© Elvio Romero (1926-2004)
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domingo, 6 de junio de 2010

Liliana Varela (Argentina)



NO CAER


"la azucena perdió el candor
y se afirma en el "no" que la sublima"
Elisabet Cincotta

Vírgen de penas me halló tu huella.

Como Atila no quedó vida tras tus pasos,
se desprendió el corazón e intentó seguirte
retornando agónico al vacío establo.

Sublimada queja, fui risa entre cientos
refucilo en el gris espejo
canción de cuna-campanilla al viento.

Abierta al cielo enraicé el dolor
coroné de soles los labios
vestí primaveras
bebí alegrías
pinté estrellas
          y logré llorar.

© Liliana Varela
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Carlos Matronardi (Argentina)



LA DÁDIVA SIN ROSTRO

En aquellos dormidos años,
cuando tu pie probaba la dulzura
y la suave redondez de la mañana,
eras callada y sumisa a los jardines.
Con amable poder te dominaban
la azucena y las voces oscuras que venían
de los cercanos, deleitosos campos.
Alguien quiso durar en tus cantos distraídos.

Junto al otoño, cuando regresaban con fatiga
las cuidadosas gentes por las calles antiguas,
fuimos como las tiernas sombras del porvenir.
Perdidos en el orden melancólico,
en los mansos trabajos de los parientes graves,
estaban los países donde tu voz salvaba.
De lejos vine a ofrecerte mis heridas.

Salía una lenta tristeza de los hondos
aposentos, de los umbrales solitarios,
de las viejas consolas que espejaron
el tiempo familiar, pero nacían
en tu esperado rostro los fulgores
que se van olvidando del invierno.

Yo narré la vivaz soberanía
de tu amistad, propensa a los jardines,
las victorias de tus manos
y tu manera de mirar un niño.
La luz, en sucesiones de alabanza,
venía a querer lo tuyo. Y es grato recordar
que tu nombre juntaba las palomas,
cuyo blancor suspenso
era como tu atmósfera y tu elogio.
Resplandecías entonces para crear mi pasado,
oh destruida, oh razón de este momento!

Pero ya es tarde, y sólo quiero
que este verso te encuentre celebrando algún cielo.
Ya es tarde, y atravieso con mi pesada sombra
las calles somnolientas de una ciudad sensata.
Cruzo la noche sin espera, en tanto
al apagado pueblo va el recuerdo,
y aunque ya no sabe devolverme tu rostro,
de misterioso modo te recobro:
salario y llave fuiste de mis aboliciones.

Me pierdo en esta nueva potestad estrellada,
inexorable y cierto sobre caducos reinos
y sin embargo dulce de presencias antiguas.
Cruzo la noche libre,
—tranquila como el hombre que la goza—
con lento andar, como quien cede el mundo,
mientras los suaves astros dicen mis perdiciones.

© Carlos Mastronardi (1901-1976)
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sábado, 5 de junio de 2010

Federico García Lorca (España)


CASIDA DE LA MUCHACHA DORADA


La muchacha dorada
se bañaba en el agua
y el agua se doraba.
Las algas y las ramas
en sombra la asombraban
y el ruiseñor cantaba
por la muchacha blanca.
Vino la noche clara,
turbia de plata mala,
con peladas montañas,
bajo la brisa parda.
La muchacha mojada
era blanca en el agua
y el agua, llamarada.
Vino el alba sin mancha
con mil caras de vaca,
yerta y amortajada
con heladas guirnaldas.
La muchacha de lágrimas
se bañaba entre llamas,
y el ruiseñor lloraba
con las alas quemadas.
La muchacha dorada
era una blanca garza
y el agua la doraba.

© Federico García Lorca
España 1898-1936
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Mario Ferrari (Perú)


FIN DEL PRINCIPIO

Algo salado. Saboreo algo salado. ¿Así será la muerte? Por cierto que sí, qué pregunta. Me siento bien, confortable, como flotando, la vida que seguramente se está escurriendo de mi cuerpo todavía me da un último momento de placer. Salado. No sé si el gusto viene de adentro, o de mi piel. Recuerdo el último cigarrillo. Qué tontería, ya no hay tiempo para nada. Me voy, mi cuerpo se va yendo al final, desde donde no volverá. Ni cigarrillo ni alcohol, ni un orgasmo postrero que me recuerde la vida, ya no hay tiempo para volver atrás por un último goce. Es la muerte de todo. Pero en mi cuerpo hay satisfacción, un placer húmedo, ingrávido. ¿Un cigarrillo dije? Es que no creo haber fumado nunca. Hay un momento de duda. ¿Era yo hombre? Por momentos me recuerdo mujer. Siento que mi padre está aquí. No lo veo, sólo lo siento, sé quién es más allá de su cuerpo. Padre, me voy, me estoy yendo, mi vida se acaba, no puedo verte. Tu hija está aquí, se va, padre. Tu hijo. Escucho su voz, lo amo, amo a mi padre. Lo odio. No es su voz, es lo que piensa, madre. A ti te siento en mí. Algo me lleva hacia adelante, fuerte, directo. Se frena. Ahora continúa. Ya no estoy cómodo. Esto está terminando, mi vida se va. El hombre está de pie y piensa: un poco más hijo, aguanta un poco más. Un pequeño esfuerzo y estaremos juntos. Mi padre. Puedo leer su pensamiento. Llora y se dice, me dice: tan inocente en un mundo malvado. Desde aquí no puedo hablarle, convencerlo de que no, no padre, no te equivoques. No puedo hablar pero lo sé todo. No soy inocente, lo sé todo. Un manojo de negros cabellos asoma por el hueco de la vida, húmedo, viscoso. Un sabor salado. Siento un sabor salado y ahora la boca seca. ¿Ya estaré muerto, padre? Todo se me olvida, ya no recuerdo nada, sólo a ustedes. Madre, me voy, padre, no te preocupes. El hombre ve salir una pequeña forma humana, una nueva vida en un cuerpecito amado, y solloza. Oye una sinfonía surcando el aire, algo que no es triste ni risueño pero es enorme, no puede evitar las lágrimas. El doctor arropa al niño, lo seca. Un segundo médico le quita la manta. Al apoyar la carne flamante sobre la báscula, el niño siente frío. Grita y su grito ya no es de muerte. Es un grito nuevo.


© Mario Ferrari, “Relatos en tres dimensiones”, 2004
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viernes, 4 de junio de 2010

Gustavo Tisocco (Argentina)

                                
                                  Dedicado a Alfonsina Storni

Dicen que te escondes
entre algas y barcos naufragados,
que tiritas de frío y de nostalgias,
que te abruma la melancolía.
Dicen que en noches de luna
por la brisa vagan tus poemas,
que tu cama mullida
se llenó de espuma blanca,
que ya no ríes como antes.
Dicen que tus manos se agotaron,
que ya no esperas sobre el muelle
ni a piratas ni a marineros.
Dicen que desvelada pregonas ausencia.
Yo te he visto frágil y vulnerable
escapar de tu mar carcelero,
descubrí tus pasos en cada mujer heroica,
y percibí tu esencia en cada primavera.
Yo te he visto con tu queja
buscando nobles seres,
persiguiendo todavía lo perfecto,
y con tu dolor
de aquella tarde divina de octubre.
Yo te he visto hoy
entre los versos que olvidaste.

© Gustavo Tisocco
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jueves, 3 de junio de 2010

Jaro Godoy (Argentina)


EL GRAN POEMA INVISIBLE

He desnudado todas las mañanas buscando aquel poema,
que al ser partido en dos guardara tu nombre en su sombra.
He despojado a la primavera de su trono,
soñando encontrar el polen con el que nacen tus besos.
He buscado en el ojo gitano de la noche y el deseo,
el cabalgar herido de tus sueños,
y he cruzado las aguas azules de la muerte y el pecado,
buscando para ti el gran poema invisible,
aquel que embruja tus labios y desparrama por tu cuerpo
el enjambre asesino de siete muchedumbres en celo,
y desnuda un baile inmortal de manzanas,
en las trompetas moribundas de un sediento mar.
He disfrazado los dioses en el callejón perdido de mis palabras,
y en el cementerio de poemas sutiles, he bailado ebrio
conjurando mi locura a penetrar los encantos encendidos de tu sed,
para desojar tu mirada en el madero indio que arde en el tiempo.
Rota la luna en diamantes,
me he quedado con la piel del más bravo guerrero de la oscuridad,
para ofrendarte en el fuego salvaje de su odio más preciado
el gran poema invisible,
que entre palabras de agua se escribía por tu alma.

© Jaro Godoy
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miércoles, 2 de junio de 2010

Lorenzo Peirano (Chile)


HE PEGADO EN LOS MUROS DE MI CRÁNEO

He pegado en los muros de mi cráneo
un rostro de mujer con antifaz,
y no he querido suicidarme
aunque mis manos se lamentan.

Balbucear, impregnar los bares con temblores
y decidir por todos los muertos del planeta,
no son tareas que yo acepte.

No finjo preguntas, mi Señor,
como tampoco visito las iglesias.
Blasfemo me dicen las gargantas,
eres un blasfemo irremediable,
                           y usted sonríe.

Hay tiempos y canallas que he borrado,
quemaré todos mis retratos,
todos mis aullidos de una vez.

Como ve, Señor,
estoy en un mes opaco
sacudiendo el polvo de mis versos.

© Lorenzo Peirano
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