Una intención estética con la Palabra

Blog creado por Alberto Peyrano
© 2010, Buenos Aires (Argentina)


martes, 31 de agosto de 2010

Jesús Alejandro Godoy (Argentina)


AMANECERES

Calla mi historia cuando estoy a tu lado, porque sin ti es vana toda intención de querer contemplar mis días con la imagen borrosa de tus labios, que se disuelven en mis sueños.
Callan mis placeres cuando te percibo; más aún, cuando entiendo que contigo no existen placeres, sino tan sólo el regocijo que regala el verdadero amor que atonta a todo paladar lascivo y enceguece a toda mirada que atiende lo externo.
Lentas van mis huellas a tu búsqueda, porque de tanto en tanto padezco las esperanzas de que un día serás mía, y cuando comprendo que vivo de sueños, me detengo a borrar mis caminos hacia ti para inventarme algunas nuevas opciones.
Sueño un día en el que podré revelarme a mis huesos, y podré entregarte mi piel para que veas mi interior. Sueño una noche en que me veas a la distancia con tus ojos empañados de mí, y tus ansias esperando por mi presencia.
Hablamos con mi letargo un poco de ti y de lo que jamás tendremos de tu historia. Y sigo viviendo aunque muriendo a momentos; y mientras tanto, voy buscando un sentido a los azotes invisibles que me doblegan a lo que deseo y no puedo obtener de tu mirada.
Sufro algunos lugares que has andado, mientras mis fantasías me hablan del silencio mágico que predica la esperanza.
Me divierte encontrarme imágenes lejanas que atesoran aquellos instantes que, aún recordándolos me traicionan, pero que ocupan un tímido lugar en mis horas actuales que no me dejan que me vea tan insensato, como para querer acariciarte en el aire de lo que fue.
Dime una vez más que son los sentimientos que incautos delante de mí y aún heridos de rabia y abandono, me van llamando para que algún día decidas aceptarlos ya viejos y seniles.
Dime una vez más, si dentro de este cuerpo que ya no es mío, no verás algo de lo que tengas piedad.
Pero culpable soy de llevarte a mi cielo y dibujarte en mis estrellas como si fueras la guía de mis amaneceres.
Presiento que acaso una madrugada te detengas a pensar en mí, y desees sobornar a mi alma para que te regale algunas palabras que tal vez nunca oirás de mis labios.
Flagelo es tenerte a mi lado actuando mil historias contigo que nunca serán, mientras mi alma trata de decirte que mi corazón se entrega a tus pies, como aquel que sabe de honor y no ostenta de ser cauto aunque la muerte siga sus pasos.
Silencio es entonces lo que tengo; más, no hablaré de lo que soy en mis días de vida, sino de aquello que soy cuando tu amor no me deja morir.
Eres mi aflicción más sublime; y yo, el recuerdo viejo que a veces limpias cuando estás sola.
Y sé… que culpable soy de llevarte a mi cielo.

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Ligia Tomarchio (Brasil)


DESPEDIDA SIN ABRAZOS

Herida en las entrañas,
insignificante, me recogí.
Escondidas, la lágrimas brotaban...
aun con el fétido aroma
de las heridas expuestas.

Traicionada,
en lamentos profanos
disculpas no esperé.

De la luna,
compañera de tantos tormentos,
aliento recibí,
retrocediendo me acosté.

Magullada,
contrita permanecía
conciente de las convicciones adquiridas.
Preocupados rayos de sol
rozaron mi rostro y recé.

Me indagué
porsternada junto al mar
mi mirada imantada por el sol
irguióse en súplica...

El corazón partido no disculpa
ni atenúa la culpa
de quien, partiendo,
su abrazo ha negado.

Me entregue yo a las aguas gélidas
así como mi cuerpo está.
En mi último e indoloro suspiro
susurro tu nombre...

© Ligia Tormarchio

Versión en castellano: © Alberto Peyrano
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lunes, 30 de agosto de 2010

Cris Carbone (Argentina)



Donde van las almas cuando exhalan
en el último aliento los suspiros.
Van en busca de pasados esplendores
o deambulan taciturnas por las calles
buscando absolución a los pecados
omisiones, falsedades y mentiras,
o que aboguen a favor, otros declamando
que fue amigo, padre u hombre bien habido.

A donde van en la hora no anunciada
a ese último lugar donde se llega
sin retorno, despejados de emociones,
sin quereres ni ilusiones...
solas como al nacer.
Desnudas dejando el ego de lado
toda sensibilidad, todo espíritu.
A donde van las almas que se pierden
en el laberinto del mundo de lo oculto
sin murmullos ni falsos comentarios
aferrándose a la vida sin saber
si hay otra forma de vivir
mas allá de la carne y los sentidos.

Donde van las almas que no amaron
ni sufrieron por amor,
en esta u otra vida.
Donde irán tantas lágrimas vertidas
tanto dolor, llanto y desamparo.
Donde va el amor que uno siente...los recuerdos.
Donde va la libélula cuando libre
vuela dejando su capullo...
Y cuando exhalan y la vida se termina
se develan todas las preguntas y las dudas.

Dios las acoge entre sus brazos
y las consuela...hasta que vuelvan a despertar.

© Cris Carbone
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Norberto Calul (Argentina)


CAMINO DE LA ALAMEDA

Camino de la alameda,
vereda que lleva al río,
llena de escarcha y de frío,
donde el invierno se queda
alojado en la arboleda,
lejos de sol y de estío.

He vuelto a andar por tu espacio
reverdeciendo memoria,
y así, de a poco, a mi historia
redescubrirla despacio,
después de un breve prefacio
donde me agitó la euforia.

Camino del tiempo viejo,
rumbo a mañanas de pesca
con olor a hierba fresca
y sobre el río un espejo,
donde el recuerdo reflejo,
encendido cual la yesca.

Verde amarillo, tu suelo
deja entrever que se aloja,
sobre tu lecho, una hoja
que, en frágil y lento vuelo,
la vi caer, sin consuelo
de un árbol que se deshoja.

Camino de la alameda,
de mi sueño amanecido,
del primer beso escondido,
perdidos en la arboleda,
envuelto en flores de seda
guardas mi tiempo querido.

Cuánto me duele el presente,
cuánto me hiere el pasado,
mis ojos los he cerrado
para no lastimar mi mente,
pero, en mi pecho silente
late un dolor desbocado.

© Norberto Calul
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Carlos Costa Grajales (Uruguay)




Vuelves desde lejos, cuando menos lo esperaba,
Vuelves y no vuelves,
Porque estás de paso,
Porque no me buscas, porque no preguntas
Si aún sigo aquí, donde nos juntamos,
O en la tumba quizás, donde no has buscado.
Porque no te fijas en el cementerio?
Porque no te angustia saber si estoy muerto…?

Quiero volver a unir mis recuerdos,
Abrir de par en par el pesado telón de mi vida
Así, de un envión, con fuerza, de lado a lado,
Y aunque me desgarre saber que a ti no te importe
Yo quiero volver varios lustros atrás y olerte de nuevo.

No puedo olvidarme que, por una vez al menos,
Viví en verdad lo que el alma añora,
Hogueras y caricias, tibiezas y besos,
Y esa boca tuya que erizó la mía,
Que me arropó el alma y desnudó mi cuerpo.-

© Carlos Costa Grajales
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domingo, 29 de agosto de 2010

Serafín J. García (Uruguay)


OREJANO

Yo sé qu'en el pago me tienen idea
porque a los que mandan no les cabresteo;
porque dispreciando las güeyas ajenas
sé abrirme caminos pa dir ande quiero.

Porque no me han visto lamber la coyunda
ni andar hocicando p'hacerme de un peso,
y saben de sobra que soy duro'e boca
y no me asujeta ni un freno mulero.

Porque cuando tengo que cantar verdades,
las canto derecho nomás, a lo macho,
aunq'esas verdades amuestren bicheras
ande naide creiba que hubiera gusanos.

Porque al copetudo de riñón cubierto
-pa quien n'usa leyes ningún comisario-
lo trato lo mesmo que al que sólo tiene
chiripá de bolsa pa taparse'l rabo.

Porque no m'enyenan con cuatro mentiras
los maracanases que vienen del pueblo
a elogiar divisas ya desmerecidas
y'hacernos promesas que nunca cumplieron.

Porque cuando truje mi china pal rancho
me olvidé que hay jueces p'hacer casamientos,
y que nada vale la mujer más güena
si su hombre por eya no ha pagao derecho.

Porque a mis gurises los he criao infieles
aunqu'el cura grite qu'irán al infierno,
y digo ande cuadre que pa nada sirven
los que sólo viven pirichando el cielo.

Porque aunque no tengo ni en qué cáirme muerto
soy más rico qu'esos que agrandan sus campos
pagando en sancochos de tumba reseca
al pobre pión, qu'echa los bofes cinchando.

¡Por eso en el pago me tienen idea!
¡Porqu'entre los ceibos estorba un quebracho!
¡Porque a tuitos eyos les han puesto marca
y tienen envidia de verme orejano!

¿Y a mí qué m'importa? ¡Soy chúcaro y libre!
¡No sigo a caudiyos ni en leyes me atraco!
¡Y voy por los rumbos clariados de mi antojo
y a naides preciso pa ser mi baquiano!

Serafín J. García (1905-1985)
De "Tacuruses" (1936)

Aunque fueron de distintas generaciones, el nombre de Serafín J. García no puede dejar de estar unido al de Jorge Cafrune (1937-1978), precisamente por ser "El orejano" uno de los temas más emblemáticos del cantor trágicamente desaparecido. En la versión cantada por Cafrune no se incluyeron las estrofas 6ª y 7ª debido a la fuerte presión de la censura militar y religiosa de los años '60 en Argentina (sí las incluyó el dúo uruguayo "Los Olimareños"). No obstante, el grito de libertad e independencia que emite este poema trasciende cualquier limitación parcial de su contenido. Sea este post, pues, un doble homenaje: a un poeta que supo captar el alma de la gente del campo pampeano-rioplatense con mensajes de pura humanidad y a un cantor que no supo callarse ni someterse a la prepotencia ni a la barbarie cultural y humana.
Alberto Peyrano
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sábado, 28 de agosto de 2010

Pablo Armando Fernández (Cuba)



LA CONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO

¿En qué se igualan la acción, la palabra,
o lo que es más oscuro y pavoroso,
el silencio,
ante nuestra mirada
que aún no se hizo oficio y testimonio?
Me contaba mi madre de aquel sabio
sentado ante la puerta
cerrada
del santuario: piedra de inesperada
pero auténtica lumbre
antigua que se alzaba lentamente
al espacio.
Me contaba que nunca abrió los labios
ante la indiferencia o el obsequio;
sólo sus ojos eran dóciles y seguían las huellas
de quienes por temor,
gracia o misterio
otorgaban sus dádivas suntuosas
a impenetrables dioses.
Pero mi madre, que lo vio sentado, mudo,
como príncipe que rechazó de manos ancestrales
fortuna y dones, supo
del andrajoso y magro y penitente
que no se alzó, juntó piedras,
ni a ellas consagró
palabras de blasfemia o alabanza,
pero día tras día, humildemente,
construyó en el silencio, con ardua, tenaz,
inquebrantable audacia,
el templo
y congregó a los fieles.

© Pablo Armando Fernández
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viernes, 27 de agosto de 2010

Paula Alcocer (México)


ESPERANZA

Aguardo todavía;
aguardo aún, alta de hogueras y de signos,
dócil de llanto y de preguntas ciegas.
Aguardo en esas horas oscuras y secretas
cuando en la carne un ángel negro ofrece
testimonios de heridas infalibles,
y entre emplazada muerte y predicción de auroras
una aciaga vendimia de arenas y ataúdes
las sienes extasía.
Cuando los nombres duelen
como un muro de gritos y fantasmas terribles
y en la tierra vencida de los hombres sin alas
aran lentas, unánimes espinas,
la noche y el silencio.
Aguardo aún, endeble caña en éxtasis,
de pie sobre mis ruinas.

Porque escucho la isla
solitaria y distante del reposo
crecer como remanso de nubes amantísimas
entre el sueño y el alba.
Y la oigo crecer y levantarse,
relámpago de playas,
y diestra en llanto y sales a socorrerme
con la fresca merced y el refrigerio
de un ala sosegada.

© Paula Alcocer
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Armando Tejada Gómez (Argentina)


HAY UN NIÑO EN LA CALLE

A esta hora, exactamente,
hay un niño en la calle.

Le digo amor, me digo, recuerdo que yo andaba
con las primeras luces de mi sangre, vendiendo
una oscura vergüenza, la historia, el tiempo,
diarios,
porque es cuando recuerdo también las presidencias,
urgentes abogados, conservadores, asco,
cuando subo a la vida juntando la inocencia,
mi niñez triturada por escasos centavos,
por la cantidad mínima de pagar la estadía
como un vagón de carga
y saber que a esta hora mi madre está esperando,
quiero decir, la madre del niño innumerable
que sale y nos pregunta con su rostro de madre:
qué han hecho de la vida,
dónde pondré la sangre,
qué haré con mi semilla si hay un niño en la calle.

Es honra de los hombres proteger lo que crece,
cuidar que no haya infancia dispersa por las calles,
evitar que naufrague su corazón de barco,
su increíble aventura de pan y chocolate,
transitar sus países de bandidos y tesoros
poniéndole una estrella en el sitio del hambre,
de otro modo es inútil ensayar en la tierra
la alegría y el canto,
de otro modo es absurdo
porque de nada vale si hay un niño en la calle.

Dónde andarán los niños que venían conmigo
ganándose la vida por los cuatro costados,
porque en este camino de lo hostíl ferozmente
cayó el Toto de frente con su poquita sangre,
con sus ropas de fe, su dolor a pedazos
y ahora necesito saber cuáles sonríen
mi canción necesita saber si se han salvado,
porque sino es inutil mi juventud de música
y ha de dolerme mucho la primavera este año.

Importan dos maneras de concebir el mundo,
una, salvarse solo,
arrojar ciegamente los demás de la balsa
y la otra,
un destino de salvarse con todos,
comprometer la vida hasta el último náufrago,
no dormir esta noche si hay un niño en la calle.

Exactamente ahora, si llueve en las ciudades,
si desciende la niebla como un sapo del aire
y el viento no es ninguna canción en las ventanas,
no debe andar el mundo con el amor descalzo
enarbolando un diario como un ala en la mano,
trepándose a los trenes, canjeándonos la risa,
golpeándonos el pecho con un ala cansada,
no debe andar la vida, recién nacida, a precio,
la niñez, arriesgada a una estrecha ganancia,
porque entonces las manos son dos fardos inútiles
y el corazón, apenas una mala palabra.

Cuando uno anda en los pueblos del país
o va en trenes por su geografía de silencio,
la patria
sale a mirar al hombre con los niños desnudos
y a preguntar qué fecha corresponde a su hambre
que historia les concierne, qué lugar en el mapa,
porque uno Norte adentro y Sur adentro encuentra
la espalda escandalosa de las grandes ciudades
nutriéndose de trigo, vides, cañaverales
donde el azúcar sube como un junco en el aire,
uno encuentra la gente, los jornales escasos,
una sorda tarea de madres con horarios
y padres silenciosos molidos en la fábricas,
hay días que uno andando de madrugada encuentra
la intemperie dormida con un niño en los brazos.

Y uno recuerda nombres, anécdotas, señores
que en París han bebido
por la antigua belleza de Dios, sobre la balsa
en donde han sorprendido la soledad de frente
y la índole triste del hombre solitario,
en tanto, sus señoras, tienen angustia y cambian
de amantes esta noche, de médico esta tarde,
porque el tedio que llevan ya no cabe en el mundo
y ellos son los accionistas de los niños descalzos.

Ellos han olvidado
que hay un niño en la calle,
que hay millones de niños
que viven en la calle
y multitud de niños
que crecen en la calle.

A esta hora, exactamente,
hay un niño creciendo.

Yo lo veo apretando su corazón pequeño,
mirándonos a todos con sus ojos de fábula,
viene, sube hacia el hombre acumulando cosas,
un relámpago trunco le cruza la mirada,
porque nadie proteje esa vida que crece
y el amor se ha perdido
como un niño en la calle...

Armando Tejada Gómez (1929-1992)
De "Cosas de niños" (1991)
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Evaristo Ribera Chevremont (Puerto Rico)


CREACIÓN

Cuando el Señor, la mano fatigada
de modelar en barro las figuras,
quiso formarle a él, notó que el barro
era muy poco, preparó el que había
para plasmarle, y meditó un momento:

"Con el poco de barro lo haré enjuto,
pero lo apretaré con energía;
lo haré delgado, resistente, como
vara de acero".

Realizó la obra;
y después coronándola de gracia
para suplir la ausencia
de robustez, le transmitió un espíritu
de los mejores, y quedó gozoso:
a falta de la fuerza del atleta,
dotóle del poder maravilloso
de la inmortalidad: ¡Lo hizo poeta!

Evaristo Ribera Chevremont (1896-1976)
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jueves, 26 de agosto de 2010

Jorge Prieto (Argentina)



LA VIDA ES UN PASAJE DE IDA

El aire agrietado se estancó,
desde entonces
todos los rumbos nos alejan,
se desvanecen las pisadas,
las palabras se hunden;
inalcanzables las puertas
sólo vemos lo oculto.

Ahogados en un silencio irreparable
cada cual con sus cenizas,
perdidos en la inmediatez de tanto beso
y cuando sólo quedaba el olvido

una brisa involuntaria
nos juntó.

© Jorge Prieto
De "Álbum de espera y otros asuntos" (2010)
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Angie Ayllen Flores (Argentina)


EL RÍO DE LA MUERTE

Nadie detiene el río de la muerte,
el cielo cayó sobre tus alas
con puntual y misteriosa cortesía.
La noche cubrió tu cuerpo
apagando el sueño de tus ojos,
callando el sonido de tu voz.
Ahora caminas por los pasos que olvidó el sol.

Eres una pausa para mirar
hacia donde el reloj ya no vuelve,
eres una coma suspendida
por la eternidad de los momentos en silencio.

Éstos son los momentos
en que se esconden mis versos,
éstos son los momentos
en que las palabras me huyen
y la nada sobre los papeles se acuesta.

Éstos son los instantes de cielo sin ángeles,
de amaneceres sin sol y horizontes perdidos,
éstos son los días de los pinceles callados,
de los lápices agónicos y la guitarra muerta.
Éstos son los momentos
sin ti...

Lágrimas calientes en mis ojos,
acero y fuego en mi pecho,
de negro mi armadura y mi cielo.

El sendero de tus pasos
tan lejos del mar y sus secretos,
tan lejos de los pájaros y sus conciertos,
caminan ahora por los horizontes muertos,
por los caminos de los desiertos,
por entre los jardines yertos.

Quién sabe si donde estás
te hablan los astros en silencio,
porque acá, enmudecieron.

Roncan los gigantes sin sentir la luna,
ella, muda y hermosa, sigue mirando
desde un silencio negro
tus pasos sin mapa,
sin lumbre y sin danza.

© Angie Ayllen Flores
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miércoles, 25 de agosto de 2010

Enrique González Arias (Uruguay)


OMEGA

Cuadros negros, cuadros blancos
el ajedrez, allá, aquí, ahí,
un caballo come un peón
un alfil cercó una reina
una torre comió un caballo
un alfil sitió un rey
el rey, cayó en brazos de ella
ella lo subió a la torre
hicieron el amor
jaque mate.

© Enrique González Arias
De "La muchacha viendo pájaros" (2009)
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Freya Hödar Nistal (Chile)


ME SENTIRÉ TU AMOR


Me sentiré tu amor con la razón abierta
de quien me abona brioso la cosecha dorada,
huellas de gran presencia e intrépido convenio
con el censo sonoro del paso día a día.

Vista de mi terreno y verde de mi granja
en esta agitación del círculo cerrado
cuando vuelvo a nacer con mis furias de hembra
quiero que seas tú mi último suspiro.

Me sentiré tu amor de albor y anochecida
de sólida escritura en tu infinita esencia
donde besar tu labios cual rosa en su renuevo
me dará de regalo el azul de tus ojos.

Me sentiré tu amor hasta guindar mi sueño
en la cruzada última de gozarte a mi lado.

© Freya Hödar Nistal
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martes, 24 de agosto de 2010

Lázlo Kálnoky (Hungría)


EL REVERSO DE LA LUZ

Jirones azulosos de viento cansado,
monotonía de ademanes rígidos.
Roído de polillas, un rostro naufraga
en los grises enjuagues del ocaso.

Un ruido casi imperceptible:
la caída de un ramo en la memoria.

Una terraza; hierbas amarillas
Crecen sobre la gran mesa de piedra.
Se cenó aquí una vez, quien lo creyera,
se partieron los panes quejumbrosos.

Sombras enjutas, magras, aquí pasan,
imágenes de muertos ha mucho se deslizan
ignorando las manos que se tienden.

Si al fin llegara una de ellas,
y en sus cabellos, estrellas fugaces
y en su mirada ejércitos murieran,
lo oscuro de su huella
sería el reverso de la luz que escapa.

Lázlo Kálnoky (1912-1985)
De "El Reverso de la Luz - 4 poetas húngaros"
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Constantin Virgil Banescu (Rumania)


EL VIENTRE DEL MUNDO

He visto el vientre del mundo.

El vientre del mundo es muy pequeño.

El vientre del mundo es tan pequeño
que nadie ni nada caben en su interior.

El vientre del mundo no puede contener nada
ni a nadie en su interior.

El vientre del mundo es el cuerpo del mundo.

El vientre del mundo es el cuerpo salado
y el cuerpo dulce del mundo.

El vientre del mundo es el mundo mismo,
El mismísimo mundo inhóspito
y pequeño, tal como lo vemos
mañana y tarde
cuando la sangre de los ojos tiñe de rojo el cielo.

© Constantin Virgil Banescu
De "Flor de un solo pétalo" (Floarea cu o singura petala, 2002)
Versión en castellano: © Joaquín Garrigós
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Meira Delmar (Colombia)


INSTANTE

Ven a mirar conmigo
el final de la lluvia.
Caen las últimas gotas como
diamantes desprendidos
de la corona del invierno,
y nuevamente queda
desnudo el aire.

Pronto un rayo de sol
encenderá los verdes
del patio,
y saltarán al césped
una vez más los pájaros.

Ven conmigo y fijemos el instante
-mariposa de vidrio-
en esta página.

© Meira Delmar (1922-2009)
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Marga Mangione (Argentina)


CICATRICES

El cansado sol se recuesta en el horizonte.
Lo veo descender impasible,
ajeno a los pesares que me gobiernan
y estremecen mi corazón dentro del pecho.
Las huellas del pasado aúllan de dolor.
Fuertes latidos retumban en mis sienes.
Tambores batidos por puños cerrados.
Puños furiosos y tensos, que en cada golpe,
descargan su ira en lo más recóndito de mi alma.

Vago perdida en la noche de mi desventura
ahogándome entre recuerdos inútiles,
que me desgarran sin piedad.

Flota en el aire el gusto amargo de la impotencia.
Penetran en mis pulmones
oleadas de monóxido;
envenenándome de a poco.

Duros cinceles tallan cicatrices.
Implacables y tercas, crueles y porfiadas,
ahondan mi sufrimiento,
soslayan mis deseos de sosiego
y desprecian mi angustia,
burlándose de mí.

Nada tiene color; el gris me invade.
No logro aprisionar la paz que ansío.
Me arrastro indolente, desganada,
sin poder evadirme de esa ausencia,
que es presencia en mis carnes laceradas.

Hados malignos y perversos
derramaron sobre mí sus anatemas.
Ya nada hay aquí y ahora:
Sólo este dolor que me atraviesa.

© Marga Mangione

domingo, 22 de agosto de 2010

David Pietroboni (Argentina)


HERMANO AGUA, HERMANO VIENTO

No hay un hogar, solo se está.
Destino no es fin ni camino.
Cada origen a su origen.

Llego y parto,
Inhalo, exhalo,
como las olas soy,
pasajero y fugaz,
me alejo cada vez más
pues cerca estoy de regresar.

He visto las paginas en blanco del libro del destino,
he visto a la luz alimentarse de lo oscuro,
he visto el amanecer galáctico devorarse todo cuanto hicimos,
he visto a las bestias lodosas huir desesperadas por refugio,
he visto a las huestes fantasmales de una raza caer en el olvido,
y al hijo del hombre sembrar las semillas amarillas
del saber impreso en la sustancia de su existencia.
Yo soy Kartama Dai Gin,
hermano agua, hermano viento.
Siempre puro, siempre gris.

© David Pietroboni

sábado, 21 de agosto de 2010

Vicente Huidobro (Chile)


INVIERNO PARA BEBERLO

El invierno ha llegado al llamado de alguien
Y las miradas emigran hacia los calores conocidos
Esta noche el viento arrastra sus chales de viento
Tejed queridos pájaros míos un techo de cantos sobre las avenidas

Oíd crepitar el arcoiris mojado
Bajo el peso de los pájaros se ha plegado

La amargura teme a las interperies
Pero nos queda un poco de ceniza del ocaso
Golondrinas de mi pecho qué mal hacéis
Sacudiendo siempre ese abanico vegetal

Seducciones de antesala en grado de aguardiente
Alejemos en seguida el coche de las nieves
Bebo lentamente tus miradas de justas calorías

El salón se hincha con el vapor de las bocas
Las miradas congeladas cuelgan de la lámpara
Y hay moscas
Sobre los suspiros petrificados

Los ojos están llenos de un líquido viajero
Y cada ojo tiene un perfume especial
El silencio es una planta que brota al interior
Si el corazón conserva su calefacción igual

Afuera se acerca el coche de las nieves
Trayendo su termómetro de ultratumba
Y me adormezco con el ruido del piano lunar
Cuando se estrujan las nubes y cae la lluvia

Cae
Nieve con gusto a universo
Cae
Nieve que huele a mar

Cae
Nieve perfecta de los violines
Cae
La nieve sobre las mariposas

Cae
Nieve en copos de olores
La nieve en tubo inconsistente

Cae
Nieve a paso de flor
Nieva nieve sobre todos los rincones del tiempo

Simiente de sonido de campanas
Sobre los naufragios más lejanos
Calentad vuestros suspiros en los bolsillos
Que el cielo peina sus nubes antiguas
Siguiendo los gestos de nuestras manos

Lágrimas astrológicas sobre nuestras miserias
Y sobre la cabeza del patriarca guardián del frío
El cielo emblanquece nuestra atmósfera
Entre las palabras heladas a medio camino
Ahora que el patriarca se ha dormido
La nieve se desliza se desliza
                                                        se desliza
Desde su barba pulida

Vicente Huidobro (1893-1948)
De Automne régulier, 1925
.

viernes, 20 de agosto de 2010

Rubén Darío (Nicaragua)


LEDA

El cisne en la sombra parece de nieve;
su pico es de ámbar, del alba al trasluz;
el suave crepúsculo que pasa tan breve
las cándidas alas sonrosa de luz.

Y luego, en las ondas del lago azulado,
después que la aurora perdió su arrebol,
las alas tendidas y el cuello enarcado,
el cisne es de plata, bailado de sol.

Tal es, cuando esponja las plumas de seda,
olímpico pájaro herido de amor,
y viola en las linfas sonoras a Leda,
buscando su pico los labios en flor.

Suspira la bella desnuda y vencida,
y en tanto que al aire sus quejas se van
del fondo verdoso de fronda tupida
chispean turbados los ojos de Pan.

Rubén Darío (1867-1916)
.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Graciela María Casartelli (Argentina)


HORIZONTES


A don Ángel Ávaro, que soñó en sus horizontes de Elena (Provincia de Córdoba, Argentina)

Mi mirada se pierde,
                            allá en la lejanía;
donde el verde confluye con el cielo.

Allá, mi sueño cumplido.
Aquí, mis esfuerzos de sol a sol;
la tierra, las herramientas
                           de trabajo,
lo que construí con el sudor
                           de mi frente.

Aquí me quedaré,
                           pues éste es mi hogar.
La tierra arada,
el olor de las mañanas calmas,
recogiendo tormentas en la siesta,
                          la lluvia ansiada,
                          en los surcos,
                          en mi tiempo…

Aquí, construyendo un castillo
                         de horizontes.

Son azules, violetas y celestes.
A veces se tiñen con los árboles
                         en un rojo intenso.
El amarillo brillante de
                         soles ardientes.
En las hierbas creciendo;
en las semillas que en bandada
vuelan con las golondrinas,
los gorrioncillos y las palomas.

Aquí, en la mirada
                         que también vuela,
veo mis niñas y mis poemas de la tarde,
en las sillas que ahora están vacías,
allí, donde un día se sentaran
                         mis amores.

Cuánto añoro, estos pequeños seres
que crecen en sillitas altas,
tan lejanas a mi casa.

¡Cómo hubiera ansiado, que este nido
albergara a todos!

Que sobre mis espaldas,
cargara esos niños nuevos,
que jugarían con mis cabellos blancos.

Cómo hubiera querido duplicar
                         mis surcos
para transformarlos en areneros
                         y hamacas.

Aquí, donde los años han pasado,
sin que me diera cuenta…

Mi ciclo termina, pero no
                         mis sueños.

Aquí les dejo mi vida,
                        los verdes y los azules;
llévenlos en canastas llenas y…
                        vuelvan siempre,
en los otoños y las primaveras,
con la alegría y los renuevos…

© Graciela María Casartelli
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Rabindranath Tagore (India)


UPAGUPTA

Upagupta, el discípülo de Ruda, dormía en el polvo tendido contra la muralla de la ciudad de Mathura.
Todas las lámparas estaban apagadas, todas las puertas cerradas, todas las estrellas escondidas en el cielo nebuloso de agosto.
¿De quién serían esos pies tintineantes de ajorcas que de pronto rozaban su pecho?
Se despertó, vacilante, y la lámpara de una mujer le hirió los ojos con su claridad.
Era una danzarina, constelada de joyas, y que envolvía su hermosura ebria del vino de la juventud, en un manto azul pálido.
Bajó ella su lámpara y vio el rostro del joven, de una austera belleza.
"Perdona, oh joven asceta;', dijo la mujer, "y acepta el venir a mi casa, pues la seca tierra polvorienta no es un lecho digno de ti".
"Mujer", respondió el asceta, "sigue tu camino; cuando los tiempos estén maduros yo vendré a ti.
De repente, el resplandor de la tempestad hizo trizas la tiniebla nocturna.
Del extremo del horizonte venía la tempestad rugiendo y la mujer temblaba de miedo.

Las ramas de los árboles, en las orillas del camino, se inclinaban al peso de las flores y su fragancia.
La melodía jubilosa de las flautas flotaba a lo lejos enlazada con la brisa primaveral.
Las gentes celebraban la fiesta de las flores.
Desde lo alto del cielo la luna llena entreabría las sombras para mirar hacia la ciudad.
El joven asceta caminaba por la calle desierta en tanto que sobre su cabeza, en las ramas del manglar, cantaba el ruiseñor su queja desvelada.
Upagupta franqueó las murallas de la ciudad y se detuvo al pie de los baluartes.
¿Quién era esta trémula criatura, esta mujer que herida por la peste negra gemía a sus pies, a la sombra del muro?
El asceta sentóse a su lado y puso la cabeza femenina sobre sus rodillas; con agua humedeció sus labios y con un bálsamo confortó su cuerpo.
"¿Quién eres tú, oh misericordioso?", preguntó la mujer.
"El tiempo de mi visita ha llegado al fin y heme aquí", respondió el joven asceta.

Rabindranath Tagore (1861-1941)
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martes, 17 de agosto de 2010

Almafuerte (Argentina)


¡PIÙ AVANTI!

No te des por vencido, ni aún vencido,
no te sientas esclavo, ni aún esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y acomete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo,
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...

¡Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

Pedro B. Palacios (Almafuerte) (1854-1917)
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domingo, 15 de agosto de 2010

Carmen Conde (España)


Yo no te pregunto adónde me llevas.
Ni por qué.
Ni para qué.
¿Tú quieres caminar?, pues yo te sigo.

Llevo luceros, luceros, en la mano derecha. Y llevo estrellas,
estrellas, en la mano izquierda.
Dime, hombre de todas las noches de luna, ¿qué mano va a
besarme?

¿Por qué me has quitado tus manos, tanto y tan bien como
acariciaban mi frente?
Para que me quisieras otra vez, te regalaría un collar de
islas, un sistema nervioso de horizontes.
¡Me abriría, para ti, todas las mañanas en tus labios!

Yo soy más fuerte que tú, porque me apoyo en ti.

¡Asómate a mí, que soy una torre!
¡Asómate a mí: soy aquella palmera de tu huerto, que latía
contigo!
¡Echa al aire mis campanas y mis palmas!
Yo soy tu panorama.

Carmen Conde (1907-1996)
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Anónimo (España)


SONETO A CRISTO CRUCIFICADO


No me mueve mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infiero tan temido
para dejar, por eso, de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte

Muéveme, en fin, tu amor de tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera

no me tienes que dar porque te quiera,
porque aunque lo que espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.



El anónimo Soneto a Cristo crucificado, también conocido por su verso inicial «No me mueve, mi Dios, para quererte», es una de las joyas de la poesía mística española. Aunque su autor permanece desconocido, se atribuye con gran fundamento al escritor Juan de Ávila, aunque algunos lo atribuyen también al agustino Miguel de Guevara y a otros autores. Si bien apareció impreso por primera vez en la obra del doctor madrileño Antonio de Rojas "Vida del espíritu" (Madrid, 1628), circulaba desde mucho tiempo antes en versión manuscrita. La atribución a Santa Teresa de Jesús no se sostiene porque la mística  no supo manejar los metros largos; tampoco puede atribuirse a San Francisco Javier ni a San Ignacio de Loyola, porque de ellos no se conserva obra poética alguna estimable. Montoliú, por otra parte, defiende la tesis de que el autor del soneto pueda ser Lope de Vega (Fuente: Wikipedia).
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miércoles, 11 de agosto de 2010

René Depestre (Haití)


FLORES EN EL BUZÓN

I
Esta mañana, una mano puso flores en tu buzón:
¿será acaso un sol que te escribe
desde una cárcel de tu país?
¿O es un telegrama —SOS de la luna—
que de repente ve venir
las amenazas del hombre?
¿Será el último árbol romántico
de Nueva Zelandia que quiere
intercambiar sellos contigo?
¿Desde cuándo la lluvia envía
mensajes cifrados a sus amigos?
Puede que sea la carta certificada
de un ruiseñor necesitado de dinero.
¿Y si fuera la carta anónima de un
cocodrilo, alcalde de una aldea tenebrosa?
¿o la carta de algún maldito presidente
vitalicio de la república?
¿o la de un tiburón notario de un país racista?
¿Quizás sean flores explosivas, dotadas
de un maravilloso mecanismo de acción
retardada, flores cultivadas
en los invernaderos del Ku Klux Klan?

II
Las llevo a mi oficina
para descifrar sus olorosos mensajes:
son flores del fondo del mar. Un olor
de marea alta invade mi casa. En la firma
de alga marina. Estas flores son
los besos de una princesa de alta mar,
es el alfabeto de su vida, la morsa
gloriosa de su sangre en flor.
Es el violento misterio de su cuerpo
cuando el orgasmo la proyecta conmigo
a la cima del reino vegetal. Ella,
desde el fondo de las aguas, me envía
las noticias de las hierbas inocentes
del mundo. Me da los buenos días de las
primeras mariposas del año, los buenos días
de los primeros peces y los primeros besos
de adolescentes que reclaman un poco de ternura,
de paz y dignidad, con una luz fresquísima,
para todos los ojos que acaban de llorar.

© René Depestre
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lunes, 9 de agosto de 2010

Alejandra Oviedo (Argentina)


ANTES, JAMÁS Y SIEMPRE

Mucho antes de que existiera el antes
y después de que la nada se quedó en el olvido
este corazón ya te había sentido
y por si el jamás no me hubiese permitido haberte conocido
firmé tu nombre en el sol... junto al mío.
Quizás estén para siempre
mis letras estampadas en el fuego permanente
como testimonio de un antes sin olvidos
y de que no vive la nada cuando se siente como se siente
aunque el jamás no permita que llegue a conocerte.

© Alejandra Oviedo
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Costas Montis (Chipre)


Nosotros no vivimos la vida; la recorremos.

Todo lo que vivimos, todo lo que amamos, todo lo que dijimos nuestro, se repetirá en nuestra ausencia con otros que lo vivirán, otros que lo amarán, otros que lo harán suyo.

Estos versos no se completan en frío, estos versos los completará el mercurio de la última fiebre, estos versos los completará nuestro último delirio, explíquenlo al editor.

Somos guijarros que la ciudad mondó.

Una prueba tipográfica somos, amigos míos, está sujeta, permanentemente, a correcciones.

Algún día vendrá alguien que quite la línea divisoria, con una flameante interlínea en el cielo, con un leve carrizo en la tierra.

Costas Montis (1914-2004)
Versión en castellano: © Natalia Moroleón (México, 2010)
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domingo, 8 de agosto de 2010

José María Fonollosa (España)


Dejo correr la sangre de las manos.
Acostado en la cama la examino.
Las sábanas la sorben dulcemente
con la quieta avidez de su blancura.

Brota incesantemente. A borbotones.
Tibia y curiosa asoma a mis muñecas
y escapa presurosa de mis manos.

Son manos de vencido. Ellas debían
coger la gloria, amor, coger dinero.
Un día las creí capaces de ello.

Pero nada aprehendieron. No eran hábiles.
O el empeño excedió su exigua fuerza.
Pobres manos humildes y vacías.

Tiemblan un poco. Tiemblan asustadas.
Asustadas y débiles parecen
pedir excusas porque son mediocres.

Les sonrío a mis manos. Las levanto
y las uno. Las siento desvalidas.
Y atisbo como repta sigiloso
ese zumo tan rojo de la vida.

José María Fonollosa (1922-1991)
De "Destrucción de la mañana", 2001 (póstumo)
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sábado, 7 de agosto de 2010

Alfonsina Pais (Argentina)


TANGO

El arrabal fue tu terruño,
naciste de los indecentes
te prohibieron de entrada
tu melodía no era bien mirada
hasta más de un insolente
se atrevió; te llamó… marginal!
Sin embargo, a escondidas,
te filtrabas entre la gente
y desde el bajo saliste
sin que nada te importara
te le pegaste en la piel
les fuiste invadiendo el alma.
Y a los sones de tú compás
cuatro por cuatro, nada más,
aprendieron a caminar
dibujando firuletes
con cadencia pasional.

Ella, seduce al bailar,
el, conduce con fervor,
y si te pones a pensar
es como en la vida real,
él cobija y sostiene,
ella acompaña y encanta
y en los sones de esta danza
la magia se hace presente.
Se despiertan las miradas,
todo dicen sin hablar,
un ocho, una sentada,
la bota hay que “lustrar”…
El giro no se hace esperar,
todo es encanto que vibra,
el piano y el bandoneón
sacan chispas a los acordes
por ser quien lo hace mejor.

Tango, cuanto se ha dicho de ti,
el “taura” cantó su sufrir
y le “tecleo” el corazón.
La “papusa” se enamoró
y en “percanta” se convirtió.

Tango, te ganaste tu lugar,
el mundo tú recorriste.
Cuando menos lo pensabas
el gusto bien te lo diste:
anclaste en Paris y fuiste
música y baile brillante.

Tango, con tus “agayas” “afanaste”
el lugar de bien mirado.
Desde el “cura” y el “atorrante”,
el “yuta” y el “matasano”,
de tu sones han disfrutado.

© Alfonsina Pais

Notas de la autora - Palabras en Lunfardo:
Taura: Audaz
Teclear: Vibrar
Papusa: Muy bonita
Percanta: Mujer. Amante.
Agayas, de: Valiente
Afanar: Robar
Cura: Sacerdote
Atorrante: Vago
Yuta: Policía
Matasano: Médico
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viernes, 6 de agosto de 2010

Conrado Nalé Roxlo (Argentina)


EL GRILLO

Música porque sí, música vana,
como la vana música del grillo,
mi corazón eglógico y sencillo
se ha despertado grillo esta mañana.

¿Es este cielo azul de porcelana?
¿Es una copa de oro el espinillo?
¿O es que en mi nueva condición de grillo
veo todo a lo grillo esta mañana?

¡Qué bien suena la flauta de la rana!
Pero no es son de flauta: es un platillo
de vibrante cristal que a dos desgrana
gotas de agua sonora. ¡Qué sencillo

es a quien tiene corazón de grillo
interpretar la vida esta mañana!

Conrado Nalé Roxlo (1898-1971)
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Gioconda Belli (Nicaragua)


COMO GATA BOCA ARRIBA

Te quiero como gata boca arriba,
panza arriba te quiero,
maullando a través de tu mirada,
de este amor-jaula
violento,
lleno de zarpazos
como una noche de luna
y dos gatos enamorados
discutiendo su amor en los tejados,
amándose a gritos y llantos,
a maldiciones, lagrimas y sonrisas
(de esas que hacen temblar el cuerpo de alegría)

Te quiero como gata panza arriba
y me defiendo de huir,
de dejar esta pelea
de callejones y noches sin hablarnos,
este amor que me marea,
que me llena de polen,
de fertilidad
y me anda en el día por la espalda
haciéndome cosquillas.

No me voy, no quiero irme, dejarte,
te busco agazapada
ronroneando,
te busco saliendo detrás del sofá,
brincando sobre tu cama,
pasándote la cola por los ojos,
te busco desperezándome en la alfombra,
poniéndome los anteojos para leer
libros de educación del hogar
y no andar chiflada y saber manejar la casa,
poner la comida,
asear los cuartos,
amarte sin polvo y sin desorden,
amarte organizadamente,
poniéndole orden a este alboroto
de revolución y trabajo y amor
a tiempo y destiempo,
de noche, de madrugada,
en el baño,
riéndonos como gatos mansos,
lamiéndonos la cara como gatos viejos y cansados
a los pies del sofá de leer el periódico.

Te quiero como gata agradecida,
gorda de estar mimada,
te quiero como gata flaca
perseguida y llorona,
te quiero como gata, mi amor,
como gata, Gioconda,
como mujer,
te quiero.

© Gioconda Belli
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José Pedroni (Argentina)


MARÍA DE ALCORTA (*)

"La Adela" se llamaba el campo
de trigo y cielo en que morías.
Porque en él diste el primer grito,
¡ Loada seas María !
Señora, dueña, soberana,
estrella del mar: María.
Y libertad por obra de tu grito,
en todas partes viva.
De pagarés en blanco eran tus manos
en tu quehacer de harina.
Tu sueño despeinado en cama impaga,
de luna blanca y fría.

Nadie plantaba para nadie un árbol.
Ninguna oveja te era consentida.
Sin cantos, sin balidos, las mujeres
hijos tristes tenían.

Hasta que en noche de sudor y tierra,
sola de soledad, vacía,
con delantal de llanto entre los dientes,
diste en un grito el día.

Bendito tu dolor que incendió el trigo
por un poco de vida,
por un sauce de paz donde peinarte,
por una nueva espiga.
Dáme tu despertar, durmiente pálida,
Toma mi duda, mi fatiga.
Dáme el valor que deja
salir la lenta sangre por la herida.

Señora, dueña, soberana,
estrella del mar: María.
Y paloma por obra de tu grito,
y dolor y golondrina.

José Pedroni (1899-1968)

(*) María Robotti, esposa de Francisco Bulzani -que fue quien lanzó el grito de huelga en el año 1912, cuando nuestro país quedó marcado por el grito de Alcorta-. Madre de once hijos y embebida de espíritu de lucha, junto a su esposo, defendió hasta el fin de sus días los ideales de aquellos que lucharon por la distribución equitativa de la tierra; y la defensa de sus recursos naturales para que la tierra sea un bien de trabajo y de bienestar social.
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miércoles, 4 de agosto de 2010

José Enrique Rodó (Uruguay)


LA MANCHA DE HUMEDAD

Paseaba en compañía de un amigo, hace años, frente a la ruinosa pared de un edificio, cuando señalándome aquél una mancha de humedad que sombreaba un gran trozo del muro, díjome, mientras me hacia detener el paso:
–Mira, qué admirable cabeza para una bruja del “Macbeth”, ¡si algún artista de esos que, cumpliendo el precepto de Leonardo, están atentos a estos caprichos de la casualidad, la viera y supiese hacerla suya! ...
Miré, y no vi sino la mancha informe, extendida al azar sobre el blanco sucio del muro. En vano mi acompañante instaba mi atención: yo sólo una informe mancha veía. Entonces, acercándose a ella, y siguiendo con el índice el contorno: –Repara, me indicó, en la frente estrecha y las greñas hirsutas; mira en esta línea la corva, innoble nariz; observa el ojo oblicuo, los labios contraídos en un gesto de odio; ve aquí el flaco pescuezo... Y al compás que mi acompañante me indicaba, la figura iba ordenándose en mi percepción, y una fisonomía, entre risible y siniestra, brotaba de los contornos de la sombra, completados por algunas grietas del muro.
Después que logré asir con la atención la forma representativa en que podían, efectivamente, concertarse, mediante un poco de buena voluntad, aquellas líneas confusas, la percepción de esta imagen en la mancha de humedad fue tan inmediata y clara para mí, que apenas concebía cómo pude dejar de notarla a la primera indicación de mi amigo; y cuantas veces, desde entonces, paso frente a aquel ruinoso muro, ella se destacaba, infaliblemente, a mis ojos, de manera superior a mi voluntad, la cual en vano se esforzaría por volverme a la simple percepción de una mancha.
Esto puede corroborarse por la observación común. ¿Quién es el que descifrando, por ejemplo, uno de esos gráficos enigmas, en que se trata de encontrar una figura que se forma del blanco de las otras, no habrá notado cuanto supera al esfuerzo de la voluntad, dejar de discernir la figura secreta, en la visión del conjunto, una vez que se ha acertado con ella?
No es otro el modo cómo una lectura intensa y eficaz te impone para siempre un concepto del mundo y de la vida. Un libro enérgico, si coincide con propicia ocasión, tanto más cuando aún no hay en tu alma una idea neta y fija del mundo, el cual equivale entonces para ti a la mancha de humedad donde no ves nada representativo y concreto, es el acompañante que te enseña a ordenar tu concepción de la realidad dentro de una imagen precisa. Nada será capaz de sustituir en ti esta imagen por tu indefinido anterior. Nadie podrá emancipar tu pensamiento del orden que le fue impuesto con ella, si no es quien tenga arte para hacer que descifres una nueva y más, patente figura en la mancha de humedad...

José Enrique Rodó (1871-1917)
De "Los últimos motivos de Proteo", 1927
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Arturo Marasso (Argentina)


DICHA

Dichoso aquel que vive en mansión heredada,
oye cantar los tordos que escuchó cuando niño;
ve llegar los inviernos entre lluvia y nevada
y siente el mismo acento de familiar cariño.

En la noche, en sosiego, a media luz, en torno
a la mesa o la lumbre, se conversa, en voz tierna,
de un viaje, de un recuerdo, de una ida sin retorno
-hace ya veintiocho años- a la mansión eterna.

Triste lágrima asómase y ocúltase, medrosa,
recuérdase la historia de la aldea, el pasado
tiempo de la familia, la niñez bulliciosa,
y se ve lo futuro al ayer arraigado.

Se lee el viejo libro con reposo, alguna hoja
anotaciones lleva del padre o del abuelo;
a veces una lágrima casual el texto moja
y se encuentra en las dulces páginas el consuelo.

El antiguo reloj de la pared aún suena;
vienen los largos días del estío, o el invierno;
son las noches oscuras o ya de luna llena;
aunque los años vuelen todo parece eterno.

Feliz aquel que vive en mansión heredada
con fontanares y árboles al pie de una colina,
y del otoño lánguido en la tarde nublada
ve rodar por los campos la lluvia y la neblina.

Arturo Marasso (1890-1970)
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Olegario Andrade (Argentina)


LA VUELTA AL HOGAR

Todo está como era entonces:
la casa, la calle, el río,
los árboles con sus hojas
y las ramas con sus nidos.

Todo está, nada ha cambiado,
el horizonte es el mismo;
lo que dicen esas brisas
ya, otras veces, me lo han dicho.

Ondas, aves y murmullos
son mis viejos conocidos,
confidentes del secreto
de mis primeros suspiros.

Bajo aquel sauce que moja
su cabellera en el río,
largas horas he pasado
a solas con mis delirios.

Las hojas de esas achiras
eran el tosco abanico,
que refrescaba mi frente
y humedecía mis rizos.

Un viejo tronco de ceibo
me daba sombra y abrigo,
un ceibo que desgajaron
los huracanes de estío.

Piadosa una enredadera
de perfumados racimos
lo adornaba con sus flores
de pétalos amarillos.

El ceibo estaba orgulloso
con su brillante atavío,
era un collar de topacios
ceñido al cuello de un indio.

Todos, aquí, me confiaban
sus penas y sus delirios:
con sus suspiros las hojas
con sus murmullos el río.

¡Qué triste estaba la tarde
la última que nos vimos!
Tan solo cantaba un ave
en el ramaje florido.

Era un zorzal que entonaba
sus más dulcísimos himnos,
¡Pobre zorzal que venía
a despedir a un amigo!

Era el cantor de las selvas,
la imagen de mi destino,
viajero de los espacios,
siempre amante y fugitivo.

¡Adiós! parecían decirme
sus melancólicos trinos;
¡Adiós, hermano en los sueños,
adiós, inocente niño!

Yo estaba triste, muy triste,
el cielo oscuro y sombrío;
los juncos y las achiras
se quejaban al oírlo.

Han pasado muchos años
desde aquel día tristísimo;
muchos sauces han tronchado
los huracanes bravíos.

Hoy vuelve el niño, hecho hombre,
no ya contento y tranquilo,
con arrugas en la frente
y el cabello emblanquecido.

Aquella alma limpia y pura
como un raudal cristalino
es una tumba que tiene
la lobreguez del abismo.

Aquel corazón tan noble,
tan ardoroso y altivo
que hallaba el mundo pequeño
a sus gigantes designios;

es hoy un hueco poblado
de sombras que no hacen ruido.
Sombras de sueños dispersos,
como neblina de estío.

¡Ah! Todo está como entonces,
los sauces, el cielo, el río,
las olas, hojas de plata
del árbol del infinito.

Sólo el niño se ha vuelto hombre,
¡Y el hombre tanto ha sufrido
que apenas trae en el alma,
la soledad del vacío!

Olegario Víctor Andrade (1839-1882)

Imagen: "Gualeguaychú" - © Alberto Peyrano
.

martes, 3 de agosto de 2010

Florbela Espanca (Portugal)


AMAR

Yo quiero amar, amar perdidamente
amar, sólo por amar... aquí... allá...
A éste, a aquel, al otro y a la gente...
¡Eternamente amar! ¡Y a nadie amar!

¿Recordar? ¿Olvidar? ¡Indiferente...!
¿Unir, desamarrar? ¿Es mal? ¿Es bien?
¡Quien diga que se puede amar un ser
toda la vida entera, es porque miente!

Hay una primavera en cada vida:
y hay que poder cantarla así, florida,
¡si Dios nos dio la voz para cantar!

Si un día soy ceniza, polvo y nada,
que sea mi tiniebla una alborada
y al perderme me sepa yo encontrar...

Florbela Espanca (1894-1930)
Versión en castellano: © Alberto Peyrano
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Celedonio Flores (Argentina)


SONATINA

La bacana está triste, ¿qué tendrá la bacana?
Ha perdido la risa su carita de rana
y en sus ojos se nota yo no sé qué penar;
la bacana está sola en su silla sentada,
el fonógrafo calla y la viola colgada
aburrida parece de no verse tocar.

Puebla el patio el berrido de un pebete que llora,
tiran bronca dos viejas y chamuya una lora
mientras canta "I Pagliacci" un vecino manghín,
la bacana no ríe, la bacana no siente,
la bacana parece que ha quedado inconsciente
con el mate ocupado por algún berretín.

¿Piensa acaso en el coso que la espera en la esquina?
¿En aquel que le dijo que era muy bailarina
con tapín de mafioso, compadrito y ranún?
¿En aquel que una noche le propuso el espiante?
¿En aquel cajetilla, entallao de elegante?
¿O en aquel caferata que es un gran pelandrún?

¡Oh la pobre percanta de la bata rosa!
quiere tener menega, quiere ser poderosa,
tener departamento con mishé y gigoló,
muchas joyas debute, un peleche a la moda.
Porque en esta gran vida el que no se acomoda
y la vive de grupo, al final se embromó.

Ya no quiere la mugre de la pieza amueblada,
el bacán que la shaca ya la tiene cansada,
se aburrió de esa vida de continuo ragú;
quiere un pibe a la gurda que en el baile con corte
les dé contramoquillo a los reos del Norte,
los fifí del Oeste, los cafishios del Sú.

-"¡Vamos, vamos pelandra! -dice el coso que llega-,
esa cara de otaria que tenés no te pega,
levantate ligero y unos mangos pasá".
Está el patio en silencio, un rayito de luna.
se ha colado en la pieza mientras la pelandruna
saca vento de un mueble y le dice: -¡Tomá!

Celedonio Flores (1896-1947)
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lunes, 2 de agosto de 2010

Endre Ady (Hungría)


LA MUÑECA DE LAS MANOS

Mire hacia donde mire manos veo,
un negro corro de inquietantes manos,
manos de fuego y hielo,
manos cleptómanas,
manos tontas, modestas,
leprosas, crispadas, humildes manos.

Soy tan sólo la triste muñeca
de un sueño que, infinidad de manos
lanzan ora contra las estrellas
ora contra el fondo de los mares;
terrible servidumbre las manos.

Señoras de mi dolor y gozos,
dueñas de mi amor y de mis lágrimas.
Las manos trazan mi destino
que no tiene destino y sólo alzanza
la plenitud sublime
cuando ellas me lo exigen. ¡Sea así!

Soy el verdugo que en sí lleva
todos los dolores del mundo.
Bastardo inquisidor soy de duro ceño.
Sólo me queda un cigarro apagado, apenas su ceniza.

Ya está ardiendo la hoguera.
Sobre su crepitar que me ensordece
esparced ya las hierbas.
Mas esperad aún manos severas.
Arde, arde ya mi cigarro,
y pronto humo será, humo tan solo.

Endre Ady (1877-1919)
.

domingo, 1 de agosto de 2010

Susana Cattaneo (Argentina)



...a la pequeña de pestañas blancas
y amor en sus ojos de almendra...

Cae en la playa la tarde que soy
herida de faros y gaviotas nocturnas.
Un follaje de arena pasea mi cuerpo
escanciado por la brisa que lo cubre.
Cómo no recordar las noches en el muelle.
Las carreras invencibles entre luna y agua.
El camino plata sobre ondulaciones perfectas.
Recordar árboles vestidos de milagro.
Sí; cae en la tarde la playa que soy,
mi pequeña de pies blancos.
¿Dónde llevaste tu alegría de calandrias?
Juego acertijos desde aquel aciago día.
Apuesto: tus ojos me besan en este instante azul.
Mira, hay una floración de ángeles
en la mitad del cielo.
En la otra, una dulce jauría de amapolas.
Ya la noche es mayor y danza misterios sobre el mar.
Ha caído en la espuma la playa, la tarde que soy.

© Susana Cattaneo
De “Palomas de la soledad”
.