Una intención estética con la Palabra

Blog creado por Alberto Peyrano
© 2010, Buenos Aires (Argentina)


domingo, 4 de diciembre de 2011

Fina Warschaver (Argentina)


EPITAFIO EN MOVIMIENTO

Voy a morir sin dejar rastro,
menos que el caracol ovillado en su membrana,
menos que el aliento condensado en la ventana,
menos que la ojera del guijarro en el estanque,
menos que el latido de la almeja en la arena,
menos que la voluta de la pluma en el aire,
menos que el humo que empaña la mañana.

Ah, si fuera
estrella de nieve en el vidrio del recuerdo,
rosa náutica en el mar del pensamiento,
vela enamorada del viento, pasaría
como espectro de luz en la semana y dejaría
el color de cada día. Pero
voy a morir sin dejar rastro.

Fina Warschaver (1910-1989)

(Del poemario inédito "Color de siete días")
.

sábado, 3 de diciembre de 2011

William Blake (Inglaterra)


TRES POEMAS BREVES

I
PARA VER EL MUNDO...

Para ver el mundo en un grano de arena
y el Cielo en una flor silvestre,
abarca el infinito en la palma de tu mano
y la eternidad en una hora.

Aquel que se liga a una alegría
hace esfumar el fluir de la vida;
aquél quien besa la joya cuando esta cruza su camino
vive en el amanecer de la eternidad.

II
LA ROSA ENFERMA

Estás enferma ¡oh rosa!
El gusano invisible
que vuela, por la noche,
en el aullar del viento,

tu lecho descubrió
de alegría escarlata,
y su amor sombrío y secreto
consume tu vida.

III
ETERNIDAD

Quien a sí encadenare una alegría
malogrará la vida alada.
Pero quien la alegría besare en su aleteo
vive en el alba de la eternidad.

William Blake (1757-1827)
Imagen: "Satán, Amor, Adán y Eva" de William Blake
.

sábado, 26 de noviembre de 2011

José de Espronceda (España)


LA DESESPERACIÓN

Me gusta ver el cielo
con negros nubarrones
y oír los aquilones
horrísonos bramar,
me gusta ver la noche
sin luna y sin estrellas,
y sólo las centellas la tierra iluminar.

Me agrada un cementerio
de muertos bien relleno,
manando sangre y cieno
que impida el respirar,
y allí un sepulturero
de tétrica mirada
con mano despiadada
los cráneos machacar.

Me alegra ver la bomba
caer mansa del cielo,
e inmóvil en el suelo,
sin mecha al parecer,
y luego embravecida
que estalla y que se agita
y rayos mil vomita
y muertos por doquier.

Que el trueno me despierte
con su ronco estampido,
y al mundo adormecido
le haga estremecer,
que rayos cada instante
caigan sobre él sin cuento,
que se hunda el firmamento
me agrada mucho ver.

La llama de un incendio
que corra devorando
y muertos apilando
quisiera yo encender;
tostarse allí un anciano,
volverse todo tea,
y oír como chirrea
¡qué gusto!, ¡qué placer!

Me gusta una campiña
de nieve tapizada,
de flores despojada,
sin fruto, sin verdor,
ni pájaros que canten,
ni sol haya que alumbre
y sólo se vislumbre
la muerte en derredor.

Allá, en sombrío monte,
solar desmantelado,
me place en sumo grado
la luna al reflejar,
moverse las veletas
con áspero chirrido
igual al alarido
que anuncia el expirar.

Me gusta que al Averno
lleven a los mortales
y allí todos los males
les hagan padecer;
les abran las entrañas,
les rasguen los tendones,
rompan los corazones
sin de ayes caso hacer.

Insólita avenida
que inunda fértil vega,
de cumbre en cumbre llega,
y arrasa por doquier;
se lleva los ganados
y las vides sin pausa,
y estragos miles causa,
¡qué gusto!, ¡qué placer!

Las voces y las risas,
el juego, las botellas,
en torno de las bellas
alegres apurar;
y en sus lascivas bocas,
con voluptuoso halago,
un beso a cada trago
alegres estampar.

Romper después las copas,
los platos, las barajas,
y abiertas las navajas,
buscando el corazón;
oír luego los brindis
mezclados con quejidos
que lanzan los heridos
en llanto y confusión.

Me alegra oír al uno
pedir a voces vino,
mientras que su vecino
se cae en un rincón;
y que otros ya borrachos,
en trino desusado,
cantan al dios vendado
impúdica canción.

Me agradan las queridas
tendidas en los lechos,
sin chales en los pechos
y flojo el cinturón,
mostrando sus encantos,
sin orden el cabello,
al aire el muslo bello...
¡Qué gozo!, ¡qué ilusión!

José de Espronceda (1808-1842)
.

martes, 15 de noviembre de 2011

Joaquín Dicenta (h) (España)


QUÉ DOLOROSO ES AMAR

Qué doloroso es amar
y no poderlo decir.
Si es doloroso saber
que va marchando la vida
como una mujer querida
que jamás ha de volver....
Si es doloroso ignorar
dónde vamos al morir,
más doloroso es amar
y no poderlo decir.

Triste es ver que la mirada
hacia el sol levanta el ciego,
y el sol lo envuelve en su fuego
y el ciego no siente nada.
Ver su pupila tranquila
a la luz indiferente
y saber que eternamente
la noche va en su pupila
bajo el dosel de su frente.
Pero si es triste mirar
y la luz no percibir
más doloroso es amar
y no poderlo decir.

Conocer que caminamos
bajo la fuerza de un sino;
recorrer nuestro camino
y no saber dónde vamos.
Ser un triste peregrino
de la vida, en el sendero
no poderse detener
por ser siempre prisionero
del amor o del deber.
Mas si es triste caminar
y no poder descansar
más que al tiempo de morir,
más doloroso es amar
y no poderlo decir.

Vivir y vivir soñando
con cosas que nunca ví
y seguir, seguir andando
sin saber por qué motivo
ni hasta cuándo....
Tener fantasía y vuelo
que pongan al cielo escalas
y ver que nos faltan alas
que nos remonten al cielo....
Mas si es triste no gozar
lo que podemos soñar,
no hay más amargo dolor
que ver el alma morir
prisionera de un amor...
y no poderlo decir.

Joaquín Dicenta (h) (1893-1967)
de la obra teatral "Leonor de Aquitania"
.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Lord Alfred Tennyson (Inglaterra)


LA DAMA DE SHALOTT

I
En las orillas del río, durmiendo,
grandes campos de cebada y centeno
visten colinas y encuentran al cielo;
a través del campo, marcha el sendero
hacia las mil torres de Camelot;
y arriba, y abajo, la gente viene,
mirando a donde los lirios florecen,
en la isla que río abajo aparece:
es la isla de Shalott.

Tiembla el álamo, palidece el sauce,
grises brisas estremecen los aires
y la ola, que por siempre llena el cauce,
por el río y desde la isla distante
fluye que fluye, hasta Camelot.
Cuatro muros grises: sus grises torres
dominan un espacio entre las flores,
y en el silencio de la isla se esconde
la dama de Shalott.

Tras un velo de sauces, por la orilla,
a las pesadas barcas las deslizan
unos lentos caballos; y furtiva,
una vela de seda traza huidiza,
surcos de espuma, hacia Camelot.
Pero ¿ quien la vio nunca saludando?
¿o en la ventana de su estudio estando?
¿o acaso es conocida en el condado
la dama de Shalott?

Sólo los segadores muy temprano,
cuando siegan ya maduros los granos,
escuchan ecos de un alegre canto
que desde el río llega, alto y claro
hasta las mil torres de Camelot:
Bajo la luna el segador trabaja,
apilando haces en las eras altas.
Escucha y murmura: “es ella, el hada,
la dama de Shalott”.

II
Ella teje una tela día y noche,
tela mágica de hermosos colores.
Ha oído murmurar un rumor, sobre
una maldición: ay como se asome
y mire lejos, hacia Camelot.
No sabe que maldición pueda ser,
ella teje y no deja de tejer,
y otra cosa no hay que pueda temer,
la dama de Shalott.

Moviéndose sobre un espejo claro
que cuelga frente a ella todo el año,
sombras del mundo aparecen. Cercano
ve ella el camino que serpenteando
conduce a las torres de Camelot;
Allí el remolino del río gira,
y descortés el aldeano grita,
y de las mozas las capas rojizas
se alejan de Shalott.

A veces un tropel de alegres damas,
un abate, al que portan con calma,
o es un pastor de cabeza rizada,
o de largo pelo y carmesí capa,
un paje se dirige a Camelot;
y a veces cruzan el azul espejo
caballeros de dos en dos viniendo:
no tiene un buen y leal caballero
la dama de Shalott.

Pero en su tela disfruta y recoge
del espejo las mágicas visiones,
y a menudo en las silenciosas noches
un funeral con plumas y faroles
y música, iba hacia Camelot:
O venían, la luna en su camino,
amantes casados de ahora mismo;
“Estoy enferma de tanta sombra”, dijo
la dama de Shalott.

III
A tiro de arco del alero de ella,
él cabalgaba entre la mies de la era;
deslumbraba el sol entre hojas nuevas,
y ardía sobre las broncíneas grebas
del valiente y audaz Sir Lancelot.
Un cruzado al que arrodillado puso
con la dama por siempre en el escudo,
brillaba en el campo amarillo, junto
la lejana Shalott.

Brillaba libre enjoyada la brida:
una rama de estrellas imprevistas
colgadas de una Galaxia amarilla.
Sonaban alegres las campanillas
mientras cabalgaba hacia Camelot:
y en bandolera, plata entre blasones,
colgaba un potente clarín. Al trote,
su armadura tintineaba, sobre
la lejana Shalott.

Bajo el azul despejado del cielo
refulgía la silla de oro y cuero,
ardía el yelmo y la pluma del yelmo,
juntas como una sola llama al viento,
mientras cabalgaba hacia Camelot:
Así en la noche púrpura se viera,
bajo cúmulos sembrados de estrellas,
un cometa, cola de luz, que llega,
a la quieta Shalott.

Su frente alta y clara, al sol brillaba;
sobre los pulidos cascos trotaba;
por debajo de su yelmo flotaban
los bucles negros, mientras cabalgaba,
cabalgaba directo a Camelot.
Desde la orilla, y desde el río,
brilló en el espejo de cristal,
“tralarí lará” cantando en el río
iba Sir Lancelot.

Dejó la tela, y dejó el telar,
tres pasos en su cuarto ella fue a dar,
ella vio el lirio de agua reventar,
el yelmo y la pluma ella fue a mirar,
y posó su mirada en Camelot.
Voló la tela, y se quedó aparte;
se rompió el espejo de parte a parte;
“la maldición vino a mi”, gritó suave
la dama de Shalott.

IV
En la tormenta que de este soplaba,
los bosques de oro pálido menguaban,
y el río ancho en su orilla los lloraba.
Un cielo negro y bajo diluviaba
encima las torres de Camelot.
Ella bajó hasta el río, y encontróse
bajo un sauce, una barca aún a flote,
y escribió, justo en la proa del bote,
“La Dama de Shalott”.

Del río a través del pequeño espacio
como un audaz adivino extasiado
y en trance, viendo ante sí su trágico
destino, y con el semblante impávido,
ella miró lejos, a Camelot.
Y cuando el día por fin se acababa,
ella se tendió, y soltando amarras,
dejó que la corriente la arrastrara,
la dama de Shalott.

Tendida, vestida de un blanco nieve
desbordando por los lados del bote
las hojas cayendo sobre ella, leves,
a través del sonido de la noche,
ella flotaba hacia Camelot.
Y mientras la afilada proa hería
los campos y las esbeltas colinas,
se oyó un cantar, su última melodía,
la dama de Shalott.

Se oyó un cantar, un cantar triste y santo
cantado con fuerza y luego muy bajo,
hasta helarse su sangre muy despacio,
por completo sus ojos se cerraron
fijos en las torres de Camelot.
Porque hasta allí llegó con la marea,
de las primeras casas a la puerta,
y cantando su canción quedó muerta,
la dama de Shalott.

Debajo la torre y la balconada
entre las galerías y las tapias
hermosa y resplandeciente flotaba,
pálida de muerte, entre las casas,
entrando silenciosa en Camelot.
Al embarcadero juntos salieron:
dama y señor, burgués y caballero,
su nombre junto a la proa leyeron,
la dama de Shalott.

¿Qué tenemos aquí ? ¿ Y qué es todo esto ?
Y en el palacio de luces y juegos
el jolgorio real tornó silencio;
Se santiguaron todos con miedo,
los caballeros, allí en Camelot:
Pero Lancelot, meditando un poco,
fue y dijo, “Ella tiene el rostro hermoso,
por gracia de Dios misericordioso,
la dama de Shalott.”

Lord Alfred Tennyson (1809-1892)
Versión de © Pedro Calafat
Imagen: "The Lady of Shalott" - John William Waterhouse (1849-1917)
.

martes, 8 de noviembre de 2011

Tomás Segovia (España)


LA MÚSICA


A Alicia Urreta

No se ve por ningún lado la fuente de silencio
el estanque de sombra la secreta semilla de tiempo
de donde ella ha debido levantarse
sigilosa descalza alada
mujer blanca y desnuda con un antifaz negro
en su danza de suspiros jugando con el fuego
música silencio viviente tesoro de irónicas monedas puras
chorro de enigmas deslumbrantes surtidor de inquietud
música boca sellada diosa que nada dice
por qué me clavas en el alma este imposible
de qué me estás hablando
qué atávica locura quieres hacerme confesar
qué serpiente dormida quisieras despertarme
adónde me arrastras por este túnel en que has convertido el tiempo
no te rías no huyas deja de socavar la tierra bajo mis pies
adónde quieres precipitarme
música abismo luminoso insidioso amor
música vibración de la ausencia lluvia de heridas
lluvia de claros venenos
lluvia de mudas preguntas sin respuesta
por qué me encadenas así al latido del tiempo
ah insensata avasalladora soy tu esclavo sonámbulo
espérame déjame tocarte enloquezco de libertad
dónde tenía yo estas oscuras entrañas que me acaricias
dónde estaba mi pureza límpida como el rayo
y que recibo ahora de tus manos de agua
música radiante de confusión
mina de luz lenguaje que gravita y gira
lenguaje astral silencio al fin solar
lenguaje movedizo bandada de señas y de risas
sigue durando no te acabes vive
sigue sigue fundando este imperio de éter
no te mueras fuera de ti apenas toque el mundo
va a disiparse este bloque de bondad que ha hecho de mí tu amor
espera llama helada no te vayas
acaba de decir la última sílaba termina esa palabra
materialízate detente formula ya el enigma
qué dices qué decías
ah no me arrebates ya tan fugitivo este blanquísimo dolor...

© Tomás Segovia
(1927-2011)
.

martes, 1 de noviembre de 2011

Cristina (Uruguay)


PIEDRA Y ARENA

En la arena blanca sobre la piedra
la agonía juega feroz batalla para ganarle a la alegría.
Reflejada en tu mirada incierta
descubro que la soledad exprime su último aliento.
Me quedo como piedra estable,
contemplando tus pupilas sobre las mias.

Revocando los instantes
la piedra se deshace en miles de partículas diminutas,
mientras tu corazón pequeño se volvía
como arena en el desierto, volátil y débil al viento,
la piel se rasgaba de tanto deseo.

La euforia se instala en un momento
y tu voz grave y atrevida
retumba estrepitosa en mis oídos;
yo perdía la calma y vos los sentidos.
Acorralados en nuestros pasos desenfrenados
caminamos de esquina a esquina,
viendo la piedra fundirse en la arena
como volcán encendido.

Retomando el aliento...

Tu soplo sobre el mío trae aroma fresco,
tu piel de ángel desnudo
y la arena blanca sobre la piedra.

© Cristina
http://perfumederosas-cristina.blogspot.com/
.

lunes, 31 de octubre de 2011

Charles Dickens (Inglaterra)

ENCUENTRO CON LA SEÑORITA HAVISHAM


... Como no tenía más recurso que llamar a la puerta, lo hice, y entonces oí una voz que me ordenaba entrar. Por consiguiente, obedecí, encontrándome en una habitación bastante grande y muy bien alumbrada con velas de cera. Allí no llegaba el menor rayo de luz diurna. A juzgar por el mobiliario, podía creerse que era un tocador, aunque había muebles y utensilios de formas y usos completamente desconocidos para mí. Pero lo más importante de todo era una mesa cubierta con un paño y coronada por un espejo de marco dorado, en lo cual reconocí que era una mesa propia de un tocador y de una dama refinada.
Ignoro si habría comprendido tan pronto el objeto de este mueble de no haber visto, al mismo tiempo, a una elegante dama sentada a poca distancia. En un sillón de brazos y con el codo apoyado en la mesa y la cabeza en la mano correspondiente vi a la dama más extraña que jamás he visto o veré.
Vestía un traje muy rico de satén, de encaje y de seda, todo blanco. Sus zapatos eran del mismo color. De su cabeza colgaba un largo velo, asimismo blanco, y su cabello estaba adornado por flores propias de desposada, aunque aquél ya era blanco. En su cuello y en sus manos brillaban algunas joyas, y en la mesa se veían otras que centelleaban. Por doquier, y medio doblados, había otros trajes, aunque menos espléndidos que el que llevaba aquella extraña mujer. En apariencia no había terminado de vestirse, porque tan sólo llevaba un zapato y el otro estaba sobre la mesa inmediata a ella. En cuanto al velo, estaba arreglado a medias, no se había puesto el reloj y la cadena, y sobre la mesa coronada por el espejo se veían algunos encajes, su pañuelo, sus guantes, algunas flores y un libro de oraciones, todo formando un montón.
Desde luego, no lo vi todo en los primeros momentos, aunque sí pude notar mucho más de lo que se creería, y advertí también que todo lo que tenía delante, y que debía de haber sido blanco, lo fue, tal vez, mucho tiempo atrás, porque había perdido su brillo, tomando tonos amarillentos. Además, noté que la novia, vestida con traje de desposada, había perdido el color, como el traje y las flores, y que en ella no brillaba nada más que sus hundidos ojos. A1 mismo tiempo, observé que aquel traje cubrió un día la redondeada figura de una mujer joven y que ahora se hallaba sobre un cuerpo reducido a la piel y a los huesos. Una vez me llevaron a ver unas horrorosas figuras de cera en la feria, que representaban no sé a quién, aunque, desde luego, a un personaje, que yacía muerto y vestido con traje de ceremonia. Otra vez, también visité una de las iglesias situadas en nuestros marjales, y allí vi a un esqueleto reducido a cenizas, cubierto por un rico traje y al que desenterraron de una bóveda que había en el pavimento de la iglesia. Pero en aquel momento la figura de cera y el esqueleto parecían haber adquirido unos ojos oscuros que se movían y que me miraban. Y tanto fue mi susto, que, de haber sido posible, me hubiese echado a llorar.
- ¿Quién es? - preguntó la dama que estaba junto a la mesa.
- Pip, señora.
- ¿Pip?
- Sí, señora. Un muchacho que ha traído el señor Pumblechook. He venido... a jugar.
-Acércate. Deja que te vea. Ven a mi lado.
Cuando estuve ante ella, evitando su mirada, pude tomar nota detallada de los objetos que la rodeaban. Entonces vi que su reloj estaba parado a las nueve menos veinte y que el que estaba colgado en la pared interrumpió también su movimiento a la misma hora.
- Mírame - dijo la señorita Havisham -. Supongo que no tendrás miedo de una mujer que no ha visto el sol desde que naciste.
Lamento consignar que no temí decir la enorme mentira comprendida en la respuesta:
- No.
- ¿Sabes lo que toco ahora? - dijo poniendo las dos manos, una sobre otra, encima del lado izquierdo de su pecho.
- Sí, señora - contesté recordando al joven que quería arrancarme el corazón y el hígado.
- ¿Qué toco?
- Su corazón.
- ¡Destrozado!
Me dirigió una ansiosa mirada al pronunciar tal palabra con el mayor énfasis y con extraña sonrisa, en la que advertía cierta vanidad. Conservó las manos sobre su pecho por espacio de unos instantes, y luego las separó lentamente, como si le pesaran demasiado.
- Estoy fatigada - dijo la señorita Havisham -. Deseo alguna distracción, y ya no puedo soportar a los hombres ni a las mujeres. ¡Juega!
Como comprenderá el lector más aficionado a la controversia, difícilmente podría haber ordenado a un muchacho cualquiera otra cosa más extraordinaria en aquellas circunstancias.
- A veces tengo caprichos de enferma - continuó -. Y ahora tengo el de desear que alguien juegue. ¡Vamos, muchacho! - dijo moviendo impaciente los dedos de su mano derecha -. ¡Juega, juega!
Por un momento, y sintiendo el temor de mi hermana, tuve la idea desesperada de empezar a correr alrededor de la estancia imitando lo mejor que pudiera el coche del señor Pumblechook, pero me sentí tan incapaz de hacerlo, que abandoné mi propósito y me quedé mirando a la señorita Havisham con expresión que ella debió de considerar de testarudez, pues en cuanto hubimos cambiado una mirada me preguntó:
- ¿Acaso eres tozudo y de carácter triste?
- No, señora. Lo siento mucho por usted, mucho. Pero en este momento no puedo jugar. Si da usted quejas de mí, tendré que sufrir el castigo de mi hermana, y sólo por esta causa lo haría si me fuese posible; pero este lugar es tan nuevo para mí, tan extraño, tan elegante y... ¡tan melancólico!
Y me interrumpí, temiendo decir o haber dicho demasiado, en tanto que cruzábamos nuestra mirada.
Antes de que volviese a hablar apartó de mí sus ojos y miró su traje, la mesa del tocador y, finalmente, a su imagen reflejada en el espejo.
- ¡Tan nuevo para él y tan viejo para mí!-murmuró -. ¡Tan extraño para él y tan familiar para mí, y tan melancólico para los dos! Llama a Estella.
Seguía mirando su imagen reflejada por el espejo, y como yo me figurase que hablaba consigo misma, me quedé quieto.
-Llama a Estella - repitió, dirigiéndome una mirada centelleante -. Eso bien puedes hacerlo. Llama a Estella. A la puerta.
Eso de asomarme a la oscuridad de un misterioso corredor de una casa desconocida, llamando a gritos a la burlona joven, a Estella, que tal vez no estaría visible ni me contestaría, me daba la impresión de que el gritar su nombre equivaldría a tomarme una libertad extraordinaria, y me resultaba casi tan violento como empezar a jugar en cuanto me lo mandasen. Pero la joven contestó por fin, y, semejante a una estrella efectiva, apareció su bujía, a lo lejos, en el corredor.
La señora Havisham le hizo seña de que se acercase, y, tomando una joya que había encima de la mesa, observó el efecto que hacía sobre el joven pecho de la muchacha, y también poniéndola sobre el cabello de ésta.
- Un día será tuya, querida mía - dijo -. Y la emplearás bien. Ahora hazme el favor de jugar a los naipes con este muchacho.
- ¿Con este muchacho? ¡Si es un labriego!
Me pareció oír la respuesta de la señorita Havisham, pero fue tan extraordinaria que apenas creí lo que oía.
- Pues bien - dijo -, diviértete en destrozarle el corazón.
- ¿A qué sabes jugar, muchacho? - me preguntó Estella con el mayor desdén.
Contesté indicando el único juego de naipes que conocía, y ella, conformándose, se sentó ante mí y empezamos a jugar.
Entonces fue cuando comprendí que todo lo que había en la estancia, a semejanza del reloj, se había parado e interrumpido hacía ya mucho tiempo. Noté que la señorita Havisham dejó la joya exactamente en el mismo lugar de donde la tomara. Y mientras Estella repartía los naipes, yo miré otra vez a la mesa del tocador, y allí vi el zapato que un día fue blanco y ahora estaba amarillento, pero sin la menor señal de haber sido usado. Miré al pie cuyo zapato faltaba y observé que la media de seda, que también fue blanca y que ahora era de color de hueso, quedó destrozada a fuerza de andar; y aun sin aquella interrupción de todo y sin la inmóvil presencia de los pálidos objetos ya marchitos, el traje nupcial sobre el cuerpo inmóvil no podría haberse parecido más a una vestidura propia de la tumba, ni el largo velo más semejante a un sudario.
Así estaba ella inmóvil como un cadáver, mientras la joven y yo jugábamos a los naipes. Todos los adornos de su traje nupcial parecían ser de papel de estraza. Nadie sabía entonces de los descubrimientos que, de vez en cuando, se hacen de cadáveres enterrados en antiguos tiempos y que se convierten en polvo en el momento de aparecerse a la vista de los mortales; pero desde entonces he pensado con frecuencia que tal vez la admisión en la estancia de la luz del día habría convertido en polvo a aquella mujer.
- Este muchacho llama mozos a las sotas - dijo Estella con desdén antes de terminar el primer juego -. Y ¡qué manos tan ordinarias tiene! ¡Qué botas!
Hasta aquel momento, jamás se me ocurrió avergonzarme de mis manos, pero entonces empecé a considerarlas de un modo muy desfavorable. El desprecio que ella me manifestaba era tan fuerte que no pude menos de notarlo. Ganó el primer juego y yo di. Naturalmente, lo hice mal, sabiendo, como sabía, que esperaba cualquier torpeza por mi parte. Y, en efecto, inmediatamente me calificó de estúpido, de torpe y de destripaterrones.
- Tú no dices nada de ella - observó dirigiéndose a mí la señorita Havisham mientras miraba nuestro juego -, Ella te ha dicho muchas cosas desagradables, y, sin embargo, no le contestas. ¿Qué piensas de ella?
-No quiero decirlo-tartamudeé.
- Pues ven a decírmelo al oído - ordenó la señorita Havisham inclinando la cabeza.
- Me parece que es muy orgullosa - dije en un murmullo.
- ¿Y nada más?
- También me parece muy bonita.
- ¿Nada más?
- La creo muy insultante - añadí mientras la joven me miraba con la mayor aversión.
- ¿Y nada más?
- Creo que debería irme a casa.
- ¿Y no verla más, aun siendo tan bonita?
- No estoy seguro de que no desee verla de nuevo, pero sí me gustaría irme a casa ahora.
-Pronto irás - dijo en voz alta la señorita Havisham-. Acaba este juego.
Si se exceptúa una leve sonrisa que observé en el rostro de la señorita Havisham, habría podido creer que no sabía sonreír. Asumió una expresión vigilante y pensativa, como si todas las cosas que la rodeaban se hubiesen quedado muertas y ya nada pudiese reanimarlas. Se hundió su pecho y se quedó encorvada; también su voz habíase debilitado, de manera que cuando hablaba, su tono parecía ser mortalmente apacible. Y en conjunto tenía el aspecto de haberse desplomado en cuerpo y alma después de recibir un tremendo golpe.
Terminé aquel juego con Estella, que también me lo ganó. Luego arrojó los naipes sobre la mesa, como si se despreciase a sí misma por haberme ganado.
- ¿Cuándo volverás?-preguntó la señorita Havisham-. Espera que lo piense.
Yo empecé a recordarle que estábamos en miércoles, pero me interrumpió con el mismo movimiento de impaciencia de los dedos de su mano derecha.
- ¡Calla, calla! Nada sé ni quiero saber de los días de la semana, ni de las semanas del año. Vuelve dentro de seis días. ¿Entiendes?
- Sí, señora.
-Estella, acompáñale abajo. Dale algo de comer y déjale que vaya de una parte a otra mientras come. Vete, Pip.
Seguí la luz al bajar la escalera, del mismo modo como la siguiera al subir, y ella fue a situarse en el mismo lugar en que encontramos la bujía. Hasta que abrió la entrada lateral, pude imaginarme, aunque sin pensar en ello, que necesariamente sería de noche, y así el torrente de luz diurna me dejó deslumbrado y me dio la impresión de haber permanecido muchas horas a la luz de la bujía.

Charles Dickens (1812-1870)
de "Grandes esperanzas" (Fragmento del Capítulo VIII)

Imagen: fotograma del film "Great Expectations" (1946) dirigido por David Lean. El personaje de Miss Havisham interpretado por Martita Hunt.
.

Pablo de Rokha (Chile)


CANTO DEL MACHO ANCIANO
(Fragmento)

..... Sentado a la sombra inmortal de un sepulcro,
o enarbolando el gran anillo matrimonial herido
.......... a la manera de palomas que se deshojan
.......... como congojas,
escarbo los últimos atardeceres.

..... Como quien arroja un libro de botellas tristes
.......... a la Mar-Oceáno
o una enorme piedra de humo echando sin embargo
.......... espanto a los acantilados de la historia
o acaso un pájaro muerto que gotea llanto,
voy lanzando los peñascos inexorables del pretérito
contra la muralla negra.

..... Y como ya todo es inútil,
como los candados del infinito crujen en goznes
..........mohosos,
su actitud llena la tierra de lamentos.

..... Escucho el regimiento de esqueletos del gran
.......... crepúsculo,
del gran crepúsculo cardíaco o demoníaco, maníaco
.......... de los enfurecidos ancianos,
la trompeta acusatoria de la desgracia acumulada,
el arriarse descomunal de todas las banderas,
.......... el ámbito terriblemente pálido
de los fusilamientos, la angustia
del soldado que agoniza entre tizanas y frazadas,
.......... a quinientas leguas abiertas
del campo de batalla, y sollozo como un pabellón
.......... antiguo.

..... Hay lágrimas de hierro amontonadas, pero
por dentro del invierno se levanta el hongo infernal
.......... del cataclismo personal, y catástrofes
.......... de ciudades
que murieron y son polvo remoto, aúllan.

...... Ha llegado la hora vestida de pánico
en la cual todas las vidas carecen de sentido,
.......... carecen de destino, carecen de estilo y de
.......... espada,
carecen de dirección, de voz, carecen
de todo lo rojo y terrible de las empresas
.......... o las epopeyas o las viviendas ecuménicas,
que justificarán la existencia como peligro y como
.......... suicidio; un mito enorme,
equivocado, rupestre, de rumiante
fue el existir; y restan las chaquetas solas del
.......... ágape inexorable, las risas caídas
.......... y el arrepentimiento invernal de los excesos,
en aquel entonces antiquísimo con rasgos de santo
......... y de demonio,
cuando yo era hermoso como un toro negro y tenía
.......... las mujeres que quería
y un revólver de hombre a la cintura.

..... Faltan las glándulas
y el varón genital intimidado por el yo rabioso,
.......... se recoge a la medida del abatimiento
.......... o atardeciendo
araña la perdida felicidad en los escombros;
el amor nos agarró y nos estrujó como a limones
.......... desesperados,
yo ando lamiendo su ternura,
pero ella se diluye en la eternidad, se confunde
.......... en la eternidad, se destruye en la eternidad
.......... y aunque existo porque batallo y "mi poesía
.......... es mi militancia",
todo lo eterno me rodea amenazándome y gritando
.......... desde la otra orilla.

.... Busco los musgos, las cosas usadas y
.......... estupefactas,
lo postpretérito y difícil, arado de pasado
.......... e infinitamente de olvido, polvoso y mohoso
.......... como las panoplias de antaño, como
.......... las familias de antaño, como las monedas
.......... de antaño,
con el resplandor de los ataúdes enfurecidos,
el gigante relincho de los sombreros muertos,
.......... o aquello únicamente aquello
que se está cayendo en las formas
el yo público, la figura atronadora del ser
que se ahoga contradiciéndose.

..... Ahora la hembra domina, envenenada,
y el vino se burla de nosotros como un cómplice
.......... de nosotros, emborrachándonos, cuando nos
.......... llevamos la copa a la boca dolorosa,
acorralándonos y aculatándonos contra nosotros
.......... mismos como mitos.

..... Estamos muy cansados de escribir universos
.......... sobre universos
y la inmortalidad que otrora tanto amaba el corazón
.......... adolescente, se arrastra
como una pobre puta envejeciendo;
sabemos que podemos escalar todas las montañas
.......... de la literatura como en la juventud heroica,
.......... que nos aguanta el ánimo
el coraje suicida de los temerarios, y sin embargo
.......... yo,
definitivamente viudo, definitivamente solo,
.......... defnitivamente viejo, y apuñalado de
.......... padecimientos,
ejecutando la hazaña desesperada de sobrepujarme,
el autorretrato de todo lo heroico de la sociedad
.......... y la naturaleza me abruma;
¿qué les sucede a los ancianos con su propia
.......... ex combatiente sombra?
se confunden con ella ardiendo y son fuego
.......... rugiendo sueño de sombra hecho de sombra,
lo sombrío definitivo y un ataúd que anda llorando
.......... sombra sobre sombra.

..... Viviendo del recuerdo, amamantándome
del recuerdo, el recuerdo me envuelve y al retornar
.......... a la gran soledad de la adolescencia,
padre y abuelo, padre de innumerables familias,
raguño los rescoldos, y la ceniza helada agranda
.......... la desesperación
en la que todos están muertos entre muertos,
y la más amada de las mujeres, retumba en
.......... la tumba de truenos y héroes
labrada con palancas universales o como bramando.

..... ¿En qué bosques de fusiles nos esconderemos
.......... de aquestos pellejos ardiendo?
porque es terrible el seguirse a sí mismo cuando
.......... lo hicimos todo, lo quisimos todo,
.......... lo pudimos todo y se nos quebraron
.......... las manos,
las manos y los dientes mordiendo hierro con
.......... fuego;
y ahora como se desciende terriblemente de
.......... lo cuotidiano a lo infinito, ataúd por ataúd,
desbarrancándonos como peñascos o como caballos
......... .mundo abajo,
vamos con extraños, paso a paso y tranco a tranco
.......... midiendo el derrumbamiento general,
calculándolo, a la sordina,
y de ahí entonces la prudencia que es la derrota
.......... de la ancianidad;
vacías restan las botellas,
gastados los zapatos y desaparecidos los amigos
.......... más queridos, nuestro viejo tiempo, la época
y tú, Winétt, colosal e inexorable.

..... Todas las cosas van siguiendo mis pisadas
.......... ladrando desesperadamente,
como un acompañamiento fúnebre, mordiendo
.......... el siniestro funeral del mundo, como
.......... el entierro nacional
de las edades, y yo voy muerto andando.
.......... Infinitamente cansado, desengañado, errado,
con la sensación categórica de haberme equivocado
.......... en lo ejecutado o desperdiciado
.......... o abandonado o atropellado al avatar del
.......... destino
en la inutilidad de existir y su gran carrera
.......... despedazada;
comprendo y admiro a los líderes,
pero soy el coordinador de la angustia del universo,
.......... el suicida que apostó su destino a la baraja
de la expresionalidad y lo ganó perdiendo
.......... el derecho a perderlo,
el hombre que rompe su época y arrasándola, le da
.......... categoría y régimen,
pero queda hecho pedazos y a la expectativa;
rompiente de jubilaciones, ariete y símbolo
.......... de piedra,
anhelo ya la antigua plaza de provincia
y la discusión con los pájaros, el vagabundaje y
.......... la retreta apolillada en los extramuros.

..... Está lloviendo, está lloviendo, está lloviendo,
¡ojalá siempre esté lloviendo, esté lloviendo
.......... siempre y el vendaval desenfrenado que
.......... yo soy íntegro, se asocie
a la personalidad popular del huracán!

..... A la manera de la estación de ferrocarriles,
mi situación está poblada de adioses y de ausencia,
.......... una gran lágrima enfurecida
derrama tiempo con sueño y águilas tristes;
cae la tarde en la literatura y no hicimos lo que
.......... pudimos,
cuando hicimos lo que quisimos con nuestro pellejo.

..... El aventurero de los oceános deshabitados,
el descubridor, el conquistador, el gobernador
.......... de naciones y el fundador de ciudades
.......... tentaculares,
como un gran capitán frustrado,
rememorando lo soñado como errado y vil
.......... o trocando en el escarnio celestial del
.......... vocabulario
espadas por poemas, entregó la cuchilla rota del
.......... canto
al soñador que arrastraría adentro del pecho
......... .universal muerto, el cadáver de un conductor
......... .de pueblos,
con un bastón de mariscal tronchado y echando
.......... llamas.

Pablo de Rokha (1894-1968)
.

domingo, 30 de octubre de 2011

Alberto Peyrano (Argentina)


SAMAIN (NOCHE DE MUERTOS)

(Homenaje a Samain, festividad celta que dio origen a la actual Halloween)

La alegría se ha metido por los ojos
en la noche de Samain allá en la aldea,
hoces de oro acumulan en montones
las ramas del muérdago sagrado,
y un instante de orgía en la mirada
es promesa para el mundo eterno.
Cernunnos contempla silencioso
sabiendo que sus hijos lo agasajan,
en sus manos luce con orgullo
la bolsa con el oro y la serpiente,
-la muerte con la vida fusionadas-
en esa noche febril que ya comienza.
Las calaveras de los que se fueron
se engalanan con rápidos colores
que les pintan sonrisas y visiones
-promesas anheladas para los que quedan.
La luna en alto cielo se pasea
contemplando a su pueblo en el festejo
y espera, mirando hacia el naciente,
sus desposorios con el Padre Sol.
La aldea se ha dormido. A las llamas
de las velas, los osarios
-silenciosos testigos del pasado-
saben que otra vez la Madre Tierra
no abandonará a sus hijos en la helada.

© Alberto Peyrano
.

miércoles, 26 de octubre de 2011

José Luis Cano Gil (España)


MANIFIESTO

Tienes derecho a amar y odiar
Tienes derecho a hacer y no hacer
Tienes derecho a decir sí y decir no
Tienes derecho a probar y equivocarte
Tienes derecho a reír y llorar
Tienes derecho a ponerte furioso
Tienes derecho a disfrutar del placer
Tienes derecho a no culparte
Tienes derecho a sentir y pensar diferente
Tienes derecho a actuar de otro modo
Tienes derecho a no sentir lo que ellos esperan
Tienes derecho a expresarte
Tienes derecho a sufrir miedo y dudas
Tienes derecho a elegir por ti mismo
Tienes derecho a ser feliz (o infeliz)
Tienes derecho a ser débil (o grande)
Tienes derecho al amor
Tienes derecho a ser respetado
Tienes derecho a que no te mutilen
Tienes derecho a sublevarte
Tienes derecho a no callar ni mentir
Tienes derecho a no ser el esclavo de otro
Tienes derecho a odiar a tus padres (y a no ser su muñeco)
Tienes derecho a empezar en otra parte
Tienes derecho a ser como eres
Tienes derecho a crecer y volar
Tienes derecho a triunfar
Tienes derecho a amarte.

© José Luis Cano Gil
Psicoterapeuta y Escritor
Barcelona, España
.

domingo, 23 de octubre de 2011

Enrique Estrázulas (Uruguay)


MEMORIAL DEL OTOÑO

Y me acuerdo de ti

en el desvaneo de esta calesita de insomnios
en la más rocosa región del pensamiento
pero también me acuerdo
de ti
tirado bajo crujientes arboledas
en donde miro triste caer la lenta flor
que no estuvo en tu pecho

Cómo me acuerdo ahora
intensamente ahora
bullente y solo
cómo me acuerdo ahora de ti
de cómo eras

Me acuerdo tanto que al pensar te soplo
aquel rumor dorado en tu cabeza
ese latir callado de tu boca
a punto de decir lo que no oigo

Cómo quisiera oír tu corazón
tan encendido siempre entre tus piernas
bajo el halo a vendimia de tus pechos

allí dejaba de cantar mi boca
para beberse tus poemas
allí me hubiera muerto sin sentirlo
una noche cualquiera
como ahora
como esta noche que te ve caer
sobre los bosques que al crujir te ruegan
sobre este hombre con olor a ti

© Enrique Estrázulas
.

sábado, 22 de octubre de 2011

Angélica Sonia Barrenechea Arriola (Argentina)


DE PASO


De paso por acá. Casi ni existo.
Empecé a morir el día que he llegado.
El notarlo me ha dado sabiduría y gracia.
De paso nada más disfruto el viento.
Las sales, los olores, las nostalgias.
De paso por acá te siento cerca.
Nos hemos encontrado en otro tiempo.
Vuelvo a la luz si me uno a tu alegría.
La paz que me trasciende me da vida.
La vida es más aún que este estadío.
Me acuerdo, te recuerdo, estás conmigo.
De paso nada más. Un poco incierto.
Juguemos a la ronda en el camino.
De paso nada más. No existe el tiempo.

© Angélica Sonia Barrenechea Arriola
http://www.arteasba.com/
.

viernes, 21 de octubre de 2011

Lenamais (Brasil)


EL ESCONDITE DE NUESTROS BESOS

Una casa encantada
nos guarda un secreto...
la magia de los besos
con mezcla de sabores cada día.
Sorpresa y encanto nos rodea,
la mirada brillante se marea
mientras los cuerpos se estremecen
al sentir un dulce diferente:
sabor de pera rubia,
sabor de café fuerte,
sensualidad de la cereza
que nos pone como niños,
sumada al perfume de las flores
y el vino aturdidor
que traes en los labios
y que embriaga...
haciéndonos flotar...
Surge el día y me sorprendes
con un beso con sabores de la cena
un beso sellado
tropical y caliente
que nos invita a brindar
Y cuando la noche hace su arribo,
los gustos cambiamos
pues llega el burbujeo del champagne
al son de un tintinear...
Una suave cantiga murmura
el deseo de más besos...
el calor de tu cuerpo en el mío...
y el delirio de nuevo comienza...
Todo es mágico en este nido,
donde guardamos sabores, perfumes y deseos
secretos, que los versos del poeta
sueltan al aire matizados de colores
y se elevan en arcoiris
sin que los podamos alcanzar.
Desde la terraza, contemplamos
un nuevo amor que está llegando...

© Lenamais
Versión en castellano: © Alberto Peyrano
.

lunes, 17 de octubre de 2011

Carlos Pezoa Véliz (Chile)


TARDE EN EL HOSPITAL

Sobre el campo el agua mustia
cae fina, grácil, leve;
con el agua cae angustia:
llueve

Y pues solo en amplia pieza,
yazgo en cama, yazgo enfermo,
para espantar la tristeza,
duermo.

Pero el agua ha lloriqueado
junto a mí, cansada, leve;
despierto sobresaltado:
llueve

Entonces, muerto de angustia
ante el panorama inmenso,
mientras cae el agua mustia,
pienso.

Carlos Pezoa Véliz (1879-1908)
.

domingo, 16 de octubre de 2011

HOMENAJE A LAS MADRES, EN SU DÍA


BIEN PUDIERA SER

Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
no fuera más que aquello que nunca pudo ser,
no fuera más que algo vedado y reprimido
de familia en familia, de mujer en mujer.

Dicen que en los solares de mi gente, medido
estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
de mi casa materna... Ah, bien pudiera ser...

A veces en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero, se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.

Y todo eso mordiente, vencido, mutilado,
todo eso que se hallaba en su alma encerrado,
pienso que sin quererlo lo he libertado yo.

Alfonsina Storni (1892-1938)
.

martes, 11 de octubre de 2011

María Rosa León (Argentina)


TIEMPO DE COSECHA

Mi hijo
viajó a Nueva Zelanda
con su mochila
repleta de sueños
y con el único objetivo
de cosechar experiencias de vida.

Gracias a Dios,
cumplió su objetivo
con creces.

Cosechó experiencias
invalorables.
También cosechó
maíz, manzanas,
mandarina, kiwis y uvas
y conoció el significado
de trabajar como jornalero
y vivir como extranjero
en un país del primer mundo.

¿Qué más podría pedir?

© María Rosa León
De: "Otras historias minimalistas"
(LEO - 2011)
.

viernes, 7 de octubre de 2011

Laura Beatriz Chiesa (Argentina)


CONCIERTO

El violín repetía virtuosos acordes
y, la mano que lo excitaba,
entretejía movimientos exactos.
La mejilla captaba vibraciones ansiosas.
El oído decodificaba sonidos
de un arco frágil y seguro
que compartía, con su propio dueño,
apostando al acierto.
Llegó el final del compás.
El pentagrama acordó,
con el violín, la llegada del silencio.
Los aplausos –en su delirio- accionaron el telón
y el aire, gozoso, quedó allí
esperando un nuevo movimiento.

© Laura Beatriz Chiesa
de su libro "Besos de Agua"
.

miércoles, 5 de octubre de 2011

David Mourão Ferreira (Portugal)


ABANDONO

Por tu libre pensamiento
lejos te fueron a encerrar.
Tan lejos, que mi lamento
no te consigue alcanzar,
y sólo oyes el viento
y sólo oyes el mar.

Te llevaron a medianoche,
la tiniebla todo lo cubría,
fue de noche, en una noche...
de todas, la más sombría.
Fue de noche, fue de noche
y nunca más se hizo día.

Ay! De esa noche, el veneno
persiste en envenenarme,
oigo sólo el silencio
que se quedó en tu lugar.
Al menos, oyes el viento...
Al menos, oyes el mar...

David Mourão Ferreira (1927-1996)

Versión en castellano: © Alberto Peyrano

David Mourão Ferreira homenajeó en este poema a los presos políticos del regimen portugués de Salazar, que eran deportados al Campo del Tarrafal en las islas de Cabo Verde. Luego, Alain Oulman le puso música de fado y fue grabado por Amália Rodrigues, a quien el régimen le prohibió cantarlo.
.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Virginia Faiad (Argentina)


PERFILES

Rueda loca de un mundo inoportuno,
apasionado, absurdo, caprichoso;
soberbio, procaz, intolerante...
altivo, avasallante... impiadoso!
Perfiles “desdibujados” en el tiempo…
Cabalgata incoherente del destino.
Promesas, que jamás han de cumplirse.
Talentos que se mueren y no mueren…
Angustia de siglos “decadentes”,
perdidos en el limbo de las almas,
que agonizan también con sus recuerdos!
Perfiles que se plasman y se olvidan
en la loca caravana de los sueños!
Miradas que se han ido “sin miradas”,
eternas soledades “agobiadas”...
con “limosnas”... ausentes de cariño.
Perfiles para siempre “rescatados”...
y perfiles que duraron lo que fueron.
Antorchas… encendidas en la noche
iluminando la faz del u n i v e r s o…
Cara o seca de perfiles y “perfiles”...
punto abstracto viviendo en punto muerto!
Voces que hablarán “eternamente”...
y voces pobladas de silencio!
Perfiles, perfiles... y “p e r f i l e s”
perdiéndose en la lápida del tiempo
sin dolor, sin rencor... y sin consuelo.
Sin angustia, sin risas... y sin miedos.
Perfiles hermosos... y perfiles “feos”,
perfiles que nos miran de costado.
perfiles que se “duermen” lentamente
para poder soñar con el pasado!!!

© Virginia Faiad
Buenos Aires, Argentina
.

martes, 20 de septiembre de 2011

Giovanni Pascoli (Italia)


EL NÁUFRAGO (IL NAUFRAGO)

El mar, en la oscuridad, se hizo maligno. ¡Gritaba
bajo el crujido del fulgor! Ahora,
aquí y allá, brilla su espuma rosada.

Lejos de él, ahora su espuma se dora
en torno a montones de algas. Se derrama
el hálito salado de la nueva aurora.

Van y vienen en un susurro las olas.
Parece que una sube después de la otra
para ver mejor. Y una pregunta, y la otra
responde, espiando entre aquellos montones de algas.

II
¿Quién es? No sé. ¿Quién eres? ¿Qué haces? Nada más.
¿Duerme? No sé. Sí: no se mueve. Y el mar
perennemente se mece delante de él.

Sin darnos cuenta besamos tus ojos abiertos.
¿Qué miras? ¿El viento ha destrozado la nave?
El viento vano que, si existe, ¿ni aparece?

¿Y tú quién eres? Nosotras, casi dóciles esclavas,
nos movemos juntas, morimos aquí juntas
con suave queja...
Somos olas, ola que canta, ola que gime...

III
Tú miras triste. ¡Y entonces era quizás
tuya la voz que parecía maldecir
en plena noche en medio de la tempestad!

Somos olas soberbias, olas sumisas.
Olas y nada más. ¡Es tanta el agua del mar!
Existimos en un instante, y ya nunca más somos las mismas.

Yo soy aquella que se estrelló allá.
Y yo soy aquella que está estrellándose allá.
La ola que gime ahora está allá arriba, canta;
la ola que ríe, llora a tus pies.

IV
Somos aquello que tú eres: no somos.
La sombra del movimiento somos. ¿Y hay olas
también entre ustedes, hijos del rojo Adán?

No hay. Es el viento que agita, confunde,
mezcla, alza, baja; es el viento
que nos aplasta contra los roqueríos y rueda hacia la orilla.

¡Paz! ¡Paz! Volvió la bonanza.
¡Paz! Volvió la serenidad.
Tú duermes y parece que en sueños abres los brazos.
¡Olas! ¡Olas! Ola que va, ola que viene...

Giovanni Pascoli (1855-1912), de "Nuovi Poemetti"

Versión de © Rosemarie Heyn & Lorenzo Peirano (Chile)
.

lunes, 19 de septiembre de 2011

José Ángel Buesa (Cuba)


LA SED INSACIABLE

Decir adiós... La vida es eso.
Y yo te digo adiós, y sigo...
Volver a amar es el castigo
de los que amaron con exceso.

Amar y amar toda la vida,
y arder y arder en esa llama.
Y no saber por qué se ama...
Y no saber por qué se olvida...

Coger las rosas una a una,
beber un vino y otro vino,
y andar y andar por un camino
que no conduce a parte alguna.

Sentir más sed en cada fuente
y ver más sombra en cada abismo,
en este amor que es siempre el mismo,
pero que siempre es diferente.

Porque en el sordo desacuerdo
de lo soñado y lo vivido,
siempre, del fondo del olvido,
nace la muerte de un recuerdo.

Y en esta angustia que no cesa,
que toca el alma y no la toca,
besar la sombra de otra boca
en cada boca que se besa...

José Ángel Buesa (1910-1982)
.

martes, 30 de agosto de 2011

Oliverio Girondo (Argentina)


SE MIRAN, SE PRESIENTEN...


Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehuyen, se evaden y se entregan.

Oliverio Girondo (1891-1967)
de "Espantapájaros (al alcance de todos)", 1932
.

miércoles, 24 de agosto de 2011

William Butler Yeats (Irlanda)




EL SEGUNDO ADVENIMIENTO

Dando vueltas y vueltas en la espiral creciente
no puede ya el halcón oír al halconero;
todo se desmorona; el centro cede;
la anarquía se abate sobre el mundo,
se suelta la marea de la sangre, y por doquier
se anega el ritual de la inocencia;
los mejores no tienen convicción, y los peores
rebosan de febril intensidad.

Una revelación se aproxima;
se aproxima el Segundo Advenimiento.
¡El Segundo Advenimiento! Lo digo,
y ya una vasta imagen del Spiritus Mundi
turba mi vista; allá en las arenas del desierto
una figura con cuerpo de león y cabeza de hombre,
una mirada en blanco y despiadada como el sol,
mueve sus lentos muslos, y en rededor planean
sombras de airadas aves del desierto.
Cae la oscuridad de nuevo, mas ahora sé
que a veinte siglos de obstinado sueño
los meció una pesadilla en su cuna,
¿y qué escabrosa bestia, llegada al fin su hora,
se arrastra hasta Belén para nacer?

William Butler Yeats (1865-1939)
Versión de Antonio Rivero Taravillo
.

domingo, 21 de agosto de 2011

Charles Baudelaire (Francia)


LOS GATOS

Los amantes fervorosos y los sabios austeros
gustan por igual, en su madurez,
de los gatos fuertes y dulces, orgullo de la casa,
que como ellos son friolentos y como ellos sedentarios.
Amigos de la ciencia y de la voluptuosidad,
buscan el silencio y el horror de las tinieblas;
el Erebo se hubiera apoderado de ellos para sus correrías fúnebres,
si hubieran podido ante la esclavitud inclinar su arrogancia.
Adoptan al soñar las nobles actitudes
de las grandes esfinges tendidas en el fondo de las soledades,
que parecen dormirse en un sueño sin fin;
sus grupas fecundas están llenas de chispas mágicas,
y fragmentos de oro, cual arenas finas,
chispean vagamente en sus místicas pupilas.

Charles Baudelaire (1821-1867)
.

miércoles, 3 de agosto de 2011

María Rosa Rzepka (Argentina)


TELARAÑA


En esta telaraña se entrecruzan
los hilos más variados e inseguros.
En esta telaraña se sumergen
tantas almas cansadas de lo absurdo.
Desde esta telaraña se levantan
mil voces reclamando por futuro.
En la misma telaraña se acomodan
mil oídos cerrados con apuro.

En esta telaraña sin arañas
pasan los días andando siempre a tientas.
Amasando rencor, perdiendo instancias.
Evitando enfrentar a las tormentas.
Maldita telaraña refrenando
la buena voluntad, la pertinencia
de hacernos cargo, de poner el hombro
dejando de llorar sólo hacia afuera.

América Latina está atrapada,
hilos de telarañas la sujetan;
disfrazados de hambre. De miseria.
De corrupción. De odio. Indiferencia.

© María Rosa Rzepka
.

lunes, 1 de agosto de 2011

Matías Herrera (Argentina)


EL MÁRTIR DE LA SELVA

La sangre naranja
del sol de la tarde,
no te quiso perder.

Si... hasta
parecen fantasmas,
las sombras,
que derramó la selva
sobre tu piel.

Perdoname hermano...

Pero nunca ví animal
tan parecido a mi pueblo
y a mi gente.

Pero... no a todos.
Sino la gran minoría
del pueblo poco,
del pueblo humilde,
del pueblo pensante,
el que protesta en silencio,
por que nadie lo escucha.

La gran minoría
del pueblo derrocado
que nunca tuvo trono,
que nunca fue libre,
la del pueblo simple,
el incansable, el loco.

Nuestras tierras... hermano
no son nuestras tierras,
nuestras vidas...
no son nuestras vidas,
nuestros cachorros, hermano,
se mueren de hambre,
hermano perdoname...

"no nos queda más
que la soledad"

¡quien te la puede quitar!

¡Quien iba a creerlo!
¡por las armas
que te dio la vida
te están matando!

Deberías nacer sin piel
para el ojo humano.

Deberían nacer sin ojos
los que te matan,
deberían nacer sin manos
los que disparan,
sin sangre los que torturan,
sin alma...

Sos el mártir de la selva,
hermano, como tantos hombres,
morirás, sin piedad.

Como el pueblo poco,
el que ya te dije
que está en extinción.

Perdoname hermano...

Perdoname por compararte
con tremenda raza.

Ojalá los hombres, un día,
vuelvan a ser animales.

© Matías Herrera
Córdoba, Argentina

Fuente: Red Yaguareté
Desde la Red Yaguareté se está trabajando para que todos los Tigres confinados al cautiverio cobren un sentido y ayuden también de alguna forma a la conservación de aquellos que -gracias a Dios- aún merodean nuestros hermosos montes. Si trabajás en algún Zoológico o establecimiento que tenga Jaguares cautivos y te interesa hacer algo al respecto, contactate con nosotros: info@jaguares.com.ar
.

viernes, 22 de julio de 2011

Raúl Zurita (Chile)


ANTEPARAÍSO


Allá va la que fue mi amor, qué más podría decirle
si ya ni mis gemidos conmueven
a la que ayer arrastraba su espalda por las piedras.
Pero hasta las cenizas recuerdan cuando no era
nadie y aún están los muros contra los que llorando
aplastaba su cara mientras al verla
la gente se decía "Vámonos por otro lado"
y hacían un recodo sólo para no pasar cerca de ella
pero yo reparé en ti,
sólo yo me compadecí de esos harapos
y te limpié las llagas y te tapé, contigo hice agua
de las piedras para que nos laváramos
y el mismo cielo fue una fiesta cuando te regalé
los vestidos más lindos para que la gente te respetara.
Ahora caminas por las calles como si nada de esto
hubiese en verdad sucedido
ofreciéndote al primero que pase
Pero yo no me olvido
de cuando hacían un recodo para no verte
y aun tiemblo de ira ante quienes riendo te decían
"ponte de espalda" y tu espalda se hacía un camino
por donde pasaba la gente
Pero porque tampoco me olvido del color del pasto
cuando me querías ni del azul
del cielo acompañando tu vestido nuevo
perdonaré tus devaneos
Apartaré de ti mi rabia y rencor
y si te encuentro nuevamente, en ti me iré amando
incluso a tus malditos cabrones.
Cuando vuelvas a quererme
y arrepentida los recuerdos se te hayan hecho ácido
deshaciendo las cadenas de tu cuello
y corras emocionada a abrazarme
y Chile se ilumine y los pastos relumbren.

© Raúl Zurita
de "Anteparaíso" (1982)
.

lunes, 18 de julio de 2011

Carmen Rochera (España)


ODA A LA ASTROLOGÍA

Cabalgas a horcajadas, en el templo de Júpiter,
¡Si Saturno te viera...!
disfrutas de Marte,
contemplas la Luna
te tuestas al Sol,
y te comes a Venus... con los ojos.
Mercurio te cuenta ese cuento,
él es todo parloteo...
se aprietan los Nodos... siempre en retroceso,
te acaricia en los sueños el suave Neptuno,
variable y ligero el exaltado Urano,
que corre al rescate de algún ser humano
Plutón desde el Hades grita con pasión,
¡Se hinchan suspiros de un acordeón...!

El cielo estrellado con miles de ellas,
las fijas, famosas, milenarias y tiernas...
los cometas, casas, regencias y exaltaciones
cantan todos a coro... parecen legiones.
El cielo nos habla, nos canta, nos baila,
y nosotros ausentes sin mirar siquiera.
Viviré mil años para exprimirte un conocimiento
tan extenso y delicado,
intérprete seré de tus aledaños,
te contemplaré en la banda del Zodíaco
y por constelaciones navegaré,
pues todo se mueve, y yo, también lo hago.

¡Me encanta esta ciencia de la Astrología!
¡Qué sabia, que pura, maravilla mía!
te aprendo, y te emprendo, por puro goce,
observarte quiero, desde la ventura,
seré aventurera y súbdita tuya.
¡El cielo esta vivo!
gritaré a todos los que quieran oírlo,
aquellos que no crean, ¡apartad os digo!
pues defenderé mis principios hasta el sacrificio,
otros antes que yo, dieron ya su vida…

Yo seguiré atenta a cada paso…
viene bien un guardián,
que vigile con esmero,
para seguir por la lucha de nuestra cultura.
Y mirar al cielo, al reloj solar y al segundero lunar,
con sus fases y recorridos en todos los grados,
miraré los genios, las esferas, tránsitos y revoluciones,
dejando el mejor legado de pasado rescatado,
y las nuevas mentes tendrán mejor marco,
para descifrar...
ésta ciencia Hermética de la antigüedad.

© Carmen Rochera
http://estudiosastrologicos.blogspot.com/
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miércoles, 29 de junio de 2011

Mabel Segurado (Argentina)


DELIRIO

Con mi angustia tan vieja que ya sabe a locura
me he volcado en la calle fantasmal y nocturna.

Es tarde.
Treinta cuadras y saben
de mi marcha sin rumbo,
con el paso constante,
con el paso incansable,
y los ojos perdidos en mi abismo profundo...

Yo no veo en la feria de las calles sus luces,
yo no escucho sus ruidos...
Mas hay ruidos y luces
infernales... sombríos...
En el alma distante.

Toda imagen que llega
en mi mundo se esparce
como en un torbellino
juguetona y cambiante...

Voy huyendo de todo porque en todo te encuentro
y al quedar en silencio
en vehemente carrera de retorno te busco
¡Y mil veces te encuentro!

¡Y otras tantas te huyo!

Ya mi sangre hecha fuego
ha quemado mis venas...
En mis labios hay fiebre;
y mis manos se elevan
en procura del cielo
¡Mientras grito tu nombre más allá de una estrella!

La ansiedad me enloquece
y se torna en condena,
por amarte más veces de lo que he de quererte,
por osar evadirme de las cosas terrenas...

Es tarde
Treinta cuadras ya saben
de mi marcha sin rumbo
de mi paso constante;
y mis ojos perdidos en abismo profundo...

© Mabel Segurado
De "Poesía compartida" (Ed. Amaru)
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domingo, 26 de junio de 2011

Félix Luna (Argentina)


ALFONSINA Y EL MAR

Por la blanda arena que lame el mar,
su pequeña huella no vuelve más.
Un sendero sólo de pena y silencio
llegó hasta el agua profunda.
Un sendero sólo de penas mudas
llegó hasta la espuma.

¡Sabe Dios qué angustia te acompañó!
¿Qué dolores viejos calló tu voz,
para recostarte, arrullada en el canto
de las caracolas marinas?
La canción que canta
en el fondo oscuro del mar,
la caracola.

Te vas, Alfonsina, con tu soledad...
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de mar
te requiebra el alma y la está llamando...
Y te vas hacia allá. como en sueños
dormida, Alfonsina, vestida de mar.

Cinco sirenitas te llevarán
por caminos de algas y de coral
y fosforescentes caballos marinos
harán una ronda a tu lado,
y los habitantes del agua
van a jugar pronto a tu lado.

"Bájame la lámpara un poco más,
déjame que duerma, nodriza, en paz.
Y si llama él, no le digas que estoy,
dile que Alfonsina no vuelve.
Y si llama él, no le digas nunca
que estoy, dí que me he ido".

Te vas, Alfonsina, con tu soledad...
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de mar
te requiebra el alma y la está llamando...
Y te vas hacia allá. como en sueños
dormida, Alfonsina, vestida de mar.

Félix Luna (1925 - 2009)

Este poema es letra de la famosa zamba, cuya música fue compuesta por Ariel Ramírez (1921-2010) para su serie "Mujeres Argentinas"
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sábado, 18 de junio de 2011

Pedro Calderón de la Barca (España)


MONÓLOGO DE SEGISMUNDO

Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos;
y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Del 2º Acto de "La Vida Es Sueño"

Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)
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miércoles, 8 de junio de 2011

Marisa Ester Spessot de Casadei (Argentina)


ALGUNAS NOCHES…

   Algunas noches me embarco en la ausencia...
   cerco mi soledad
   la celebro
   la amo
   hasta transformar todo en el rostro soñado...

   Algunas noches suelto las amarras de mis recuerdos,
   y mi alma
   abraza los rincones del olvido
   hasta sentirte a mi lado...

   Algunas noches me siento en el sillón de tu presencia
   extiendo mis manos
   esperando las tuyas...
   y el silencio me responde...

Gracias por dejarme gotas de dulzura... perfume a nostalgia... caricias de recuerdos

Poema ganador del Primer Premio Género Poesía en el Primer Certamen Provincial “LUCRECIA FAVOT 2010” – Beravebú (sta. Fe) 2010

© Marisa Ester Spessot de Casadei
(Chañar Ladeado, Sta. Fe, Argentina)
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viernes, 3 de junio de 2011

Juan Carlos Mareco (Uruguay)


MIRÁ QUE ME IMPORTABAS...

Mirá que me importabas, arisca tierra mía,
displicente, rebelde y abúlica. Mirá...
Ha sido para anécdota creer que te olvidaba
y que tantos desdenes se podían borrar.

Mirá que me importaba tu manera agridulce,
tu socarronería y ese triste mirar
tus álbumes eternos y tus glorias gastadas
que todos conocimos... ¡Si sabremos! Mirá...

Mirá que me importabas... Ya estaba encallecida
la decisión rotunda de no volver jamás...
Y fue verte en el Cerro, tan igual a tu vida,
serena en el ascenso, sin quejas al bajar...

Y fue el troley grandote o el tamboril del Pepe
o la caña sin tiempo de un Fun-Fún que cambió
o ver El Astillero, de la mano de Onetti
o enterarme que Alfredo Zitarrosa murió.

Quiero enterrar mis muertos y resembrarme en hijos
isleros de un paisaje que un día volverá.
¡Mirá que me importabas! Ya estoy haciendo planes...
¡tan callada que estaba mi sangre de oriental!

Juan Carlos Mareco (Pinocho) 1926-2010
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jueves, 2 de junio de 2011

John Donne (Inglaterra)


¿POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS?

¿Quién no echa una mirada al sol
cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos
del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana
cuando por alguna muerte tañe?
¿Quién puede desoír esa campana
cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es en sí
equiparable a una isla;
todo hombre es un pedazo del continente,
una parte de tierra firme;
si el mar llevara lejos un terrón,
Europa perdería
como si fuera un promontorio.
Como si se llevara una casa solariega
de tus amigos o la tuya propia.
La muerte de cualquier hombre me disminuye,
porque soy una parte de la humanidad.
Por eso no preguntes nunca
por quien doblan las campanas,
Están doblando por ti.

John Donne (1572-1631)
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lunes, 23 de mayo de 2011

Luis Cané (Argentina)


ELOGIO A LAS NOVIAS DEL BARRIO DE FLORES

El que tenga corazón
gastado en falsos amores
búsquese una novia en Flores
y hallará su salvación.

Es fama que son sencillas
y alcanzan todas buen fin
aunque abusan del carmìn
que se dan en las mejillas.

Con modo pueril y tierno
piden promesas formales,
y como ellas son leales
ofrecen amor eterno.

Mejor que bajo cerrojos,
con su mirada tendida
me guardan toda la vida
en la cárcel de sus ojos.

Cuando empiezan a soñar
- ya en edad de los juguetes-
las atraen los cadetes
del Colegio Militar.

Después tienen la ilusión
de principescos amados,
mas se casan con empleados
del Banco de la Nación.

Son hermanitas menores
de las estrellas del cielo,
nada al dolor da el consuelo
de sus ojos soñadores.

Cada una en su corazón
guarda memoria secreta
de algùn martes de retreta
en la Plaza Pueyrredòn.

En sus almas puras arde
cual un cirio en un altar,
el recuerdo familiar
de Las Rosas de la Tarde

Para embellecer su vida
de las calles ciudadanas,
vienen todas las semanas
a lucirse por Florida.

Cuando piden la merced
de apurar su matrimonio
colocan a San Antonio
vuelto contra la pared.

Más que con recias razones
de intransigente porfía,
con versos de antología
se ablandan sus corazones.

No tienen la pretensión
de las chicas de Belgrano,
son profesoras de Piano
o de Corte y Confecciòn.

Luis Cané (1857-1957)
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